Habiendo otras posiciones importantes, ¿por qué Marcelo Ebrard pidió la alcaldía Álvaro Obregón para su grupo y operó para que su candidato, Javier López Casarín, ganara las elecciones?
Cierto que es la tercera demarcación más grande de la capital, sólo por debajo de Iztapalapa y GAM, aunque para nada es la más rica o lucidora.
Tras apoyar a Clarita Brugada para ganar la CDMX, Ebrard pudo pelear por la Cuauhtémoc, por ejemplo, que es el corazón político y financiero del país, y donde están muchas de las obras que él realizó o autorizó como jefe de Gobierno del DF, entre 2006 y 2012.
Propios y extraños reconocen que, como gobernante, le cambió la cara a la capital del país, con edificios imponentes y un Paseo de la Reforma espectacular, sin dejar a un lado la modernización del Centro Histórico, lo que atrajo turismo, comercio y negocios.
Claro que otra de sus grandes obras fue la Línea 12 del Metro, que pudo terminar gracias a la ayuda del gobierno federal, en ese entonces encabezado por Felipe Calderón. Pero dicen que ni de esa obra ni de ese expresidente se quiere acordar.
Muchos recuerdan también la construcción de la Supervía, que conecta al Poniente de la ciudad con Santa Fe, cruzando barrancos y cerros. Además de costosa, fue una obra socialmente muy complicada.
Se tuvieron que expropiar cientos de terrenos habitados y gastar miles de millones de pesos para su realización. Incluso se usó la fuerza pública para reprimir las protestas de los afectados por esas expropiaciones.
Dicen que por eso pidió Álvaro Obregón, a fin de cuidar ese tema, que ha estado dormido, antes de que algún curioso quisiera desempolvar documentos referentes al millonario proyecto.
Siempre se dijo que Ebrard tenía intereses muy particulares para conectar de manera fluida Santa Fe con el resto de la ciudad, pues es una zona que nació y se desarrolló durante la regencia de Manuel Camacho Solís, y en la que él colaboró.
En lo que fueron grandes tiraderos de basura, el regente designado por el entonces presidente Carlos Salinas se dedicó a sanear y urbanizar los predios, para sentar las bases de lo que hoy es el asentamiento de grandes corporativos y negocios premium.
En aquellos tiempos —cuando él y Camacho eran destacados militantes del PRI y muy cercanos a Salinas, no alcanzaron a concluir las vialidades para conectar la importante zona, y por eso cuando llegó a jefe de Gobierno por el PRD fue una de sus prioridades.
Sólo que para realizar la obra tuvo que caminar al borde de la ilegalidad, por lo que decidió buscar el control de Álvaro Obregón y cuidar así sus espaldas. Pensó en López Casarín, pues creyó que con él podría utilizar la alcaldía como agencia de empleos; no esperaba una rebelión.
Si bien no han tenido públicamente una pelea, el alcalde rasuró a quienes le quería recomendar en puestos clave su mentor, como Gobierno y Administración, respectivamente, donde está el control político y económico de la zona.
Parece que al excanciller no se le hizo y ya inició la retirada.
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