Terrorismo malo y terrorismo bueno/Fadlala Akabani

Terrorismo malo y terrorismo bueno
*Debemos aferrarnos a la defensa de nuestra soberanía.
Fadlala Akabani

El derrocamiento del presidente de Siria, Bashar al-Ássad, y líder del Partido Árabe Socialista de Siria a manos de fuerzas "rebeldes" está lejos de ser una victoria para el pueblo sirio, tal y como la prensa occidental ha consignado. Se trata ni más ni menos, que del avance del imperialismo en Oriente Medio, vía el sionismo y la OTAN, pues ya hay despliegues del ejército israelí (so pretexto de defender su frontera) en la franja de contención controlada por la ONU.
Somos también testigos del avance de Washington a través de la OTAN para cerrar la pinza que abrió en 2022 con la destrucción de la infraestructura de Nordstream (Gasoducto Europeo del Norte). Como Europa continúa necesitando de abastecimiento del hidrocarburo, la alternativa es construir un gasoducto desde Arabia Saudí y Qatar que necesariamente debe pasar por Siria al Mar Mediterráneo para abastecer a Europa con el aval comercial de Estados Unidos.
Se habla acerca de un conflicto entre el gobierno de Ássad y grupos rebeldes, liderados por un sujeto vinculado al grupo terrorista Estado Islámico (financiado y armado por Estados Unidos y  algunas monarquías árabes petroleras). Interesante vuelco en la percepción de la prensa occidental, similares a la narrativa del conflicto palestino-israelí y el "derecho de Israel" a defenderse para justificar el genocidio en Palestina, así como los permanentes y crecientes ataques a Irán, Líbano y Siria.
Cabe tener en cuenta que los actuales territorios de países de Oriente Medio como Palestina, Arabia Saudita, Yemen, Jordania, Líbano, Siria e Iraq formaban parte del Imperio Otomano que fue ocupado por Francia y Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial y disuelto en 1922. Bajo acuerdo unilateral entre las potencias europeas invasoras se dio un reparto del territorio, de tal suerte que los actuales Siria y Líbano quedaron bajo control francés, mientras que Iraq, Jordania y Palestina quedaron bajo dominio británico en 1916, en el que estableció el Mandato Británico Palestino; de acuerdo con el plan original de la Sociedad de Naciones, antecedente de la ONU, los mandatos se establecieron en los territorios de las potencias derrotadas preparándolos para su posterior independencia.
A finales del siglo XIX, surge el Sionismo, cuya premisa básica planteó que las diferentes comunidades de religión judía son un "grupo nacional" con derecho a un Estado. El movimiento creció ante una serie de políticas discriminatorias contra comunidades europeas de religión judía durante la primera parte del siglo XX. Financiados por la familia Rothschild, europeos y norteamericanos conversos a la religión judía comenzaron a migrar masivamente a Palestina con el pretexto de que las comunidades de religión judía de hoy son descendientes directos de los antiguos judíos de Palestina.
Con la derrota del Fascismo en la Segunda Guerra Mundial a manos de la Unión Soviética y Estados Unidos, Francia y Reino Unido se dio un fenómeno de reorganización política en territorios ocupados durante el conflicto bélico, como lo fue Alemania o como lo sigue siendo hasta la fecha, la Península de Corea. Al margen de esta confusión y sin haber creado las condiciones para la independencia palestina que perfiló la Sociedad de Naciones, la recién creada ONU, decidió en su lugar crear dentro de Palestina un país para comunidades de religión judía de todo el mundo denominado Estado de Israel, en 1948, que era un viejo plan, que contó con el apoyo explícito (Declaración Balfour) de Reino Unido y el fondeo económico Rothschild desde 1917.
Desde el 14 de mayo de 1948 hasta la fecha, Palestina ha perdido 92.3% de su territorio; a manos de la ambición expansionista del Sionismo mediante el terrorismo que destruye no sólo la infraestructura y sus recursos, sino incluso viviendas de civiles, para desaparecerlas y convertirlas mediante el despojo colonizador en territorio del "Estado de Israel". Por ello, desde 1967, la ONU, a través de decenas de votaciones, considera a dicha entidad como potencia ocupante de Palestina. Desde entonces, la cúpula política israelí se ha dedicado a tirar por la borda cualquier punto de acuerdo y solución pacífica del conflicto, no sólo contra Palestina, sino también contra Siria, Líbano, Egipto e Iraq.
Contento con los avances en Oriente Medio, el imperialismo de EU renueva sus bríos de cara al conflicto que mantiene a través de Ucrania con Rusia, pero al mismo tiempo anticipa que el gobierno de Donald Trump será implacable, incluso con sus principales socios comerciales como México y Canadá.
Como mexicano hijo de inmigrantes árabes de Siria, y como miembro de la 4T, comprendo que debemos aferrarnos a la defensa de nuestra soberanía nacional, a mantener la unidad de nuestro pacto federal y el control de nuestro territorio, porque lo que la prensa occidental califica como avances de la libertad y la democracia es la ocupación militar y el consecuente abuso de civiles e inocentes como sucede en Siria o Palestina.
                X: @FadlalaAkabani

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