Martín Aguilar
Pese a las amenazas de Donald Trump de expulsar a migrantes, refugiados del campamento Clave Vallejo, en la alcaldía Gustavo A. Madero, afirman que su objetivo es llegar al norte del país para cruzar la frontera de México con Estados Unidos antes de que el magnate asuma la presidencia. Sin embargo, esperan que el próximo 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, autoridades liberen los permisos para que circulen por el país.
La Jornada recorrió el campamento, instalado al costado de las vías del tren, donde alrededor de mil 500 extranjeros en tránsito, niños, mujeres y hombres, habitan decenas de viviendas de cartón y madera. Principalmente son originarios de Ecuador, Venezuela, Colombia, Honduras, Cuba y Haití. Incluso, debido a las condiciones de hacinamiento, algunos duermen afuera de las viviendas improvisadas pasando frío por las bajas temperaturas. Mencionaron que hace algunos días una menor de edad sufrió hipotermia, la trasladaron a una clínica más cercana donde recibió atención médica.
La mayoría coincidió en que su trayecto al vecino país del norte ha sido muy difícil: días sin comer, sin dormir adecuadamente, varios fueron asaltados o atestiguaron diferentes violaciones, entre ellas a sus derechos humanos, principalmente por discriminación.
Nuestra meta es llegar a Estados Unidos, llevamos aquí aproximadamente cinco meses. La situación ha sido dura. Demasiado frío. Yo soy madres de tres niños, tengo una niña con discapacidad visual. La meta es llegar a allá para que los doctores la traten. Estamos esperando la cita para que nos den el permiso de tránsito. Si no logramos llegar pediremos asilo a México. Las palabras de Trump destruyen muchos sueños. Muchas personas tiene el propósito de cruzar la frontera. Nos sentimos agradecidos porque aunque para muchos vecinos la convivencia no es grata, es incómodo que estemos aquí, pero también hemos recibido apoyo de muchas personas, admitió Dora Luis Montiel.
Ángel David Moreno es colombiano y tiene 30 años. Llegó al campamento que se instaló a un costado de las vías del tren hace ocho meses. Emigrar del país es difícil. Salimos por necesidad, trabajo. Cada quien vive diferentes cuestiones, cada uno de los que estamos aquí no queremos salir de nuestro lugar de origen. Estamos muy agradecidos con el mexicano porque te brinda la mano, así sobrevive uno, la gente te apoya. Saben la necesidad del migrante. Quiero llegar a Estados Unidos para trabajar. Si en mi país hubiera buenos sueldos y el pobre no tuviera tanta necesidad, nos quedaríamos, pero no es así. El sueño de todo migrante es ayudar a mamá y a la familia.
Durante el recorrido se observó a niños jugando en la tierra o con algún muñeco regalado, también acariciaban a perros o gatos adoptados temporalmente. Los adultos platicaban o permanecían sentados y acostados en sillones viejos o camas en muy mal estado que colocaron afuera de las casas construidas con materiales reciclados.
Una mujer que dijo llamarse Yuzmari expresó que sus hijos y esposo llevan varios meses parados en México, debido a que, como cientos de migrantes, esperan respuesta del trámite que realizan a través de la aplicación de CBP One, y con ello las oficinas del Instituto Nacional de Migración les otorgue un permiso de salida y llegar a tiempo al norte del país. No estamos acostumbrados a vivir así, prácticamente en la calle, es un ambiente que no es apto para niños ni para ningún ser humanos, parecemos personas indigentes. No queremos quedarnos en la Ciudad de México, queremos avanzar, ya hemos sufrido mucho.
Edwar, de 29 años, es de Venezuela y corta el pelo para ganar un poco de dinero. Aquí se sobrevive trabajando, hermano, aunque la gente apoya hay que ganarse la comida. La situación de nuestro país hace que busquemos otras opciones para ayudar a nuestras familias. En mi casa yo soy el único que está fuera. Trump cada vez nos baja más la moral, pero vamos a llegar, afirmó.
Llegar hasta acá es duro, ya que nos han pasado muchas cosas malas, pero aquí estamos. En el camino hubo muchas personas que fueron secuestradas, abusadas y también hay mucha delincuencia, lamentó Natali Garcés, de Colombia, quien afuera de la casa de cartón que habita colocó un árbol de Navidad para conservar las tradiciones.
Martín Aguilar
Pese a las amenazas de Donald Trump de expulsar a migrantes, refugiados del campamento Clave Vallejo, en la alcaldía Gustavo A. Madero, afirman que su objetivo es llegar al norte del país para cruzar la frontera de México con Estados Unidos antes de que el magnate asuma la presidencia. Sin embargo, esperan que el próximo 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, autoridades liberen los permisos para que circulen por el país.
La Jornada recorrió el campamento, instalado al costado de las vías del tren, donde alrededor de mil 500 extranjeros en tránsito, niños, mujeres y hombres, habitan decenas de viviendas de cartón y madera. Principalmente son originarios de Ecuador, Venezuela, Colombia, Honduras, Cuba y Haití. Incluso, debido a las condiciones de hacinamiento, algunos duermen afuera de las viviendas improvisadas pasando frío por las bajas temperaturas. Mencionaron que hace algunos días una menor de edad sufrió hipotermia, la trasladaron a una clínica más cercana donde recibió atención médica.
La mayoría coincidió en que su trayecto al vecino país del norte ha sido muy difícil: días sin comer, sin dormir adecuadamente, varios fueron asaltados o atestiguaron diferentes violaciones, entre ellas a sus derechos humanos, principalmente por discriminación.
Nuestra meta es llegar a Estados Unidos, llevamos aquí aproximadamente cinco meses. La situación ha sido dura. Demasiado frío. Yo soy madres de tres niños, tengo una niña con discapacidad visual. La meta es llegar a allá para que los doctores la traten. Estamos esperando la cita para que nos den el permiso de tránsito. Si no logramos llegar pediremos asilo a México. Las palabras de Trump destruyen muchos sueños. Muchas personas tiene el propósito de cruzar la frontera. Nos sentimos agradecidos porque aunque para muchos vecinos la convivencia no es grata, es incómodo que estemos aquí, pero también hemos recibido apoyo de muchas personas, admitió Dora Luis Montiel.
Ángel David Moreno es colombiano y tiene 30 años. Llegó al campamento que se instaló a un costado de las vías del tren hace ocho meses. Emigrar del país es difícil. Salimos por necesidad, trabajo. Cada quien vive diferentes cuestiones, cada uno de los que estamos aquí no queremos salir de nuestro lugar de origen. Estamos muy agradecidos con el mexicano porque te brinda la mano, así sobrevive uno, la gente te apoya. Saben la necesidad del migrante. Quiero llegar a Estados Unidos para trabajar. Si en mi país hubiera buenos sueldos y el pobre no tuviera tanta necesidad, nos quedaríamos, pero no es así. El sueño de todo migrante es ayudar a mamá y a la familia.
Durante el recorrido se observó a niños jugando en la tierra o con algún muñeco regalado, también acariciaban a perros o gatos adoptados temporalmente. Los adultos platicaban o permanecían sentados y acostados en sillones viejos o camas en muy mal estado que colocaron afuera de las casas construidas con materiales reciclados.
Una mujer que dijo llamarse Yuzmari expresó que sus hijos y esposo llevan varios meses parados en México, debido a que, como cientos de migrantes, esperan respuesta del trámite que realizan a través de la aplicación de CBP One, y con ello las oficinas del Instituto Nacional de Migración les otorgue un permiso de salida y llegar a tiempo al norte del país. No estamos acostumbrados a vivir así, prácticamente en la calle, es un ambiente que no es apto para niños ni para ningún ser humanos, parecemos personas indigentes. No queremos quedarnos en la Ciudad de México, queremos avanzar, ya hemos sufrido mucho.
Edwar, de 29 años, es de Venezuela y corta el pelo para ganar un poco de dinero. Aquí se sobrevive trabajando, hermano, aunque la gente apoya hay que ganarse la comida. La situación de nuestro país hace que busquemos otras opciones para ayudar a nuestras familia. En mi casa yo soy el único que está fuera. Trump cada vez nos baja más la moral, pero vamos a llegar, afirmó.
Llegar hasta acá es duro, ya que nos han pasado muchas cosas malas, pero aquí estamos. En el camino hubo muchas personas que fueron secuestradas, abusadas y también hay mucha delincuencia, lamentó Natali Garcés, de Colombia, quien afuera de la casa de cartón que habita colocó un árbol de Navidad para conservar las tradiciones
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