Hay 45 plazas chinas en el Centro sin medidas de protección

Rebeca Marín

En el perímetro B del Centro Histórico se tienen identificadas 45 plazas que venden en su totalidad mercancía procedente de China, las cuales se abrieron de manera irregular sin contar con permiso para uso de suelo y que en la actualidad no tienen medidas de protección civil, denunciaron habitantes y comerciantes establecidos en la zona.

 

En un recorrido, los entrevistados señalaron que esos lugares no sólo representan un riesgo para los usuarios, sino una competencia a la que no hay manera de hacerle frente. Un comerciante platicó que una piyama económica, con material y maquila mexicana, al costo sale en 150 pesos, ellos la traen en 50 pesos; ni robándome la tela puedo competir.

 

Recordaron que durante la pandemia de covid-19 comenzó el arribo sin control de comerciantes chinos, que desplazaron a los coreanos que habían llegado en la década de los 90 para ofrecer chamarras de la NFL.

 

Productos chinos siempre ha habido, pero los comerciantes llegaron en 2019, eran pocos y al principio todos los veíamos con recelo por el virus, pero calculamos que ahora han acaparado 70 por ciento del mercado en la zona con artículos para el hogar, papelería, productos de belleza, ropa y accesorios de bajo costo e ínfima calidad, detallaron locatarios del mercado Mixcalco.

 

Contaron que los judíos traían dos o tres contenedores para toda la temporada decembrina; hoy, los chinos desempacan un contenedor diario en la calle Manuel Doblado.

 

La Central de Mayoreo, ubicada en la calle Apartado, donde antes se vendían muebles, fue uno de los primeros sitios al que llegaron los orientales, pero después se extendieron a otras plazas que se abrieron de manera irregular en inmuebles catalogados por su valor arquitectónico en calles como Rodríguez Puebla, Leona Vicario, Manuel Doblado y José Joaquín Herrera, entre otras.

 

Ofrecen el doble y hasta el triple de renta, con dos o tres años de anticipo a quienes se han apropiado de estos edificios, relataron los vecinos.

 

En todas las plazas, invariablemente la planta baja y el primer piso son utilizados como locales de venta al público, con nombres chinos, mientras el resto de los niveles los ocupan para bodegas, sin que se observen extintores o rutas de evacuación, e incluso en algunas los accesos están obstruidos con enormes pacas de ropa.

 

En la plaza Peña y Peña –en el inmueble que albergó en otro tiempo el cine Florida–, se calcula la existencia de mil comerciantes chinos que emplean a mexicanos para atender a la clientela, pero son ellos los que están detrás de las cajas registradoras y desde ahí giran instrucciones con un español básico.

 

Ana, quien tiene más de 20 años de trabajar en la vía pública, comentó que en esta temporada no hay nadie en la calle que no venda artículos chinos. Ella tenía un taller de impresión de camisetas que dejó por comerciar playeras y mallas térmicas chinas a 50 pesos la pieza. La gente lo que quiere es comprar barato. 


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