En todo el tiempo y a todas horas, el hoy ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acusó a la gestión de Felipe Calderón como un narco Estado.
Ello por el juicio contra Genaro García Luna, en Estados Unidos, acusado de vínculos con el crimen organizado.
Adicionalmente, moldeó el imaginario del pueblo, endilgándole desde las conferencias mañaneras que Calderón le robó la elección en 2006.
De plano, López Obrador se brincó el sexenio de Enrique Peña Nieto, al que le destinó las más mínimas críticas y señalamientos. Como si no hubiese existido.
El sentimiento de venganza del político de Tabasco, no se satisfizo hasta en tanto vio preso y juzgado a García Luna, con denuncias endebles de testigos protegidos.
A estas alturas, el mundo parece hacerle una jugarreta al ex presidente, puesto que arrecian las denuncias que vinculan a su sexenio con el narcotráfico.
De hecho, parecía no importarle lo que opinaran los diferentes sectores de la sociedad y los analistas, que cuestionaban sus constantes visitas a Badiraguato.
O la liberación de Ovidio Guzmán al inicio de su mandato y el saludo personal a la madre de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.
La colusión del crimen organizado con Morena, cobró fuerza mediante denuncias de la oposición en entidades donde hubo elecciones y logró documentarla.
Desde el exterior también hubo señalamientos de presuntos vínculos del gobierno obradorista con el narcotráfico.
Asimismo, de la apropiación de porciones del territorio nacional por los cárteles de las drogas.
Una de las periodistas más temerarias del país, Anabel Hernández, ha documentado, difundido y señalado la relación de López Obrador con Ismael El Mayo Zambada.
En diferentes espacios la comunicadora ha difundido que Obrador, se reunión en Badiraguato con Zambada e incluso lo invitó a Palacio Nacional.
Lo anterior es vox populi en los distintos estratos sociales, reflejo del estado actual de putrefacción del tejido social.
Las masacres, disputas entre bandas rivales y constantes ejecuciones, exhiben la fractura de los presuntos acuerdos entre el gobierno anterior y las mafias del narcotráfico.
En distintos momentos de su administración, López Obrador parecía haber aprendido las lecciones del padre de las relaciones públicas, Edward Bernays.
Bernays, sobrino de Sigmund Freud, aprendió bien lo que definió como la manera de controlar la mente de la gente sin que ésta lo note.
Eso hizo López Obrador, ¿o no? Convirtiéndose en el gran manipulador, aunque hoy parece llegarle el agua al cuello.
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