El Estado mexicano se divide en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Casi todo el sexenio pasado, el Ejecutivo absorbió al Legislativo y al Judicial lo atacó sistemáticamente.
En su inicio este gobierno parecía llevar la misma ruta: Ejecutivo y Legislativo contra el Judicial.
Sin embargo la reelección de Rosario Piedra Ibarra puso las cosas en claro: los tres poderes caminan cada uno por su lado.
El Legislativo detenta dos cabezas: Ricardo Monreal en la Cámara de Diputados y Adán Augusto López en el Senado de la República.
Ambos políticos pusieron las cartas sobre la mesa, señalando con quien están: obedecen ciegamente a Andrés Manuel López Obrador.
En la Cámara Alta prácticamente todos los senadores estaban en contra de Piedra. De hecho no fue incluida en la terna.
Pero sorpresivamente los astros de Palenque se le alinearon a Piedra. Y no solo la incluyeron en la terna, sino que fue reelecta de manera abrumadora.
En el camino se quedó la carta fuerte de la presidenta Claudia Sheinbaum, la actual presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez Hernández.
Antes, Monreal hizo una demostración de fuerza imponiendo como su segundo de abordo al sindicalista Pedro Haces, quien pronto lo metió en un escándalo mayúsculo al subirlo a su helicóptero.
El zacatecano hizo a un lado a Alfonso Ramírez Cuéllar, de todas las confianzas de la presidenta. Una afrenta a Sheinbaum sin lugar a dudas.
Es un hecho la división de poderes, donde a diferencia de López Obrador, Sheinbaum no tiene control del Legislativo como quedó demostrado. El control está en un rancho de Chiapas.
Eso, sin duda, le resta fuerzas a la presidenta para poder maniobrar tanto en San Lázaro como en el coloso de Reforma e Insurgentes. Algo tiene qué hacer de manera urgente.
Los jaloneos internos y las patadas debajo de la mesa son cada vez más evidentes y empiezan a salir a la luz pública.
La presidenta no solo tiene que cargar con la sombra de López Obrador, sino que debe enfrentar y en todo caso apagar los fuegos internos.
Su visita a Brasil a la Cumbre del G20, le dio oxígeno al complicado inicio de su mandato. Un acto diferente a su antecesor.
Por lo pronto, los poderes del Estado mexicano, están divididos. ¿Eso es bueno para el país?
La Constitución es clara en la división y equilibrio de poderes.
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