Coordenadas Políticos/Martín Aguilar/Plato de segunda mesa

Nadie recuerda nunca los segundos lugares, así hayan sido subcampeones o medallistas de plata, y eso es lo que ocurrirá con Martí Batres, quien no ganó ni las internas de su partido para pelar la Jefatura de Gobierno, aunque después llegara al cargo de rebote.

 

Y es que Martí llegó al Antiguo Ayuntamiento sólo porque Claudia Sheinbaum se separó del puesto, para buscar la candidatura a la Presidencia de la República. Pero ni siquiera entonces el ex ceuista fue la primera opción; le dieron la silla porque Rosa Icela Rodríguez no la quiso.

 

Cuando asumió, faltaba mucho como para sólo dedicarse a cerrar, y muy poco para poder imprimirle un sello propio.

 

A lo único que llegó fue a ejercer la tarea de porro que tanto le gusta. A atacar a la oposición y apretar a legisladores para que se sumaran a su proyecto, como requisito para no revisar o armarles expedientes.

 

Aunque casualmente no apretó lo suficiente para juntar los votos que se necesitaban, a fin de que Ernestina Godoy fuera ratificada como fiscal de la CDMX. Pero sí operó para que, con todo y sus títulos patito, su cuñado Ulises Lara se quedara como encargado.

 

En lo que Martí lleva al frente del gobierno, no se resolvió la falta de agua potable, la poca que existía fue contaminada con hidrocarburos, presuntamente por el huachicoleo de combustibles, que según la 4T ya no hay en el país, pero en la capital abunda.

 

Tampoco se acabaron los accidentes y descomposturas en el Metro, las contingencias ambientales duraron semanas. La movilidad es un desastre, la inseguridad repuntó, y de los servicios urbanos, mejor ni hablar.

 

Si él tuviera que definir cuál es la bandera de su administración, o por qué obra o acción cree que debería ser recordado, seguramente no encontraría ninguna: se remitiría a un choro de los que acostumbra para no decir nada.

 

Lo que sí hizo fue operar desde el gobierno, con todos los recursos del Estado, para favorecer a Morena en la capital. Aunque ni así pudo imponer un solo candidato para alcalde; lo intentó al menos en Coyoacán y GAM, con sus alfiles Gerardo Villanueva y Arnulfo Cravioto.

 

Con todo y que no se conoce nada bueno en su administración, el sustituto ha dado informes de gobierno, en los que sólo se exhibe como un mentiroso que busca el aplauso fácil.

 

Como todo político, Martí busca dejar huella en su labor, pero por más que se le busca, no hay algo bueno que pudiera ser recordado; quizá lo mejor para él sea justamente eso.

 

Porque si alguien tuviera que hablar alguna vez de él, tendría que señalar como el que perdió la oportunidad de dar el salto de calidad en su carrera. De dejar de ser porro, para convertirse en un político; nada aprendió, y su vena lo traiciona.

 

Para su fortuna, de los segundos lugares nadie habla. ¿O a poco alguien recuerda que Alejandro Encinas y José Ramón Amieva gobernaron un rato como sustitutos el DF?

 

Si acaso, alguien puede comentar que uno financió el plantón de Reforma de López Obrador, y el otro traicionó al equipo de Miguel Mancera, a cambio de impunidad. Ése es el legado de los segundones. 


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