Coordenadas Políticas/Martín Aguilar/Nadie sabe para quien trabaja

Dicen que Clara Brugada está indignada y lo que le sigue, porque, según ella, los candidatos de su propio partido no la apoyan en su lucha por la Jefatura de Gobierno, y sí en cambio se promueven lejos de ella.

 

La pedrada alcanzó a Omar Hamid García Harfuch, cuya imagen como candidato a senador por la CDMX ha tapizado la capital con el logotipo del Partido Verde, que es uno de los aliados que lo postulan.

 

Pero el problema es que, tanto en Morena, como en el equipo de la propia Brugada, hay un desprecio absoluto por los demás aspirantes, a quienes ellos mismos han relegado.

 

Parece que la exalcaldesa de Iztapalapa quiere casi que le rueguen por aparecer junto a ella, lo cual definitivamente no ocurrirá, por la sencilla razón de que eso los arrastraría hacia abajo entre el electorado no morenista.

 

Apenas hace unos días, Clara suspendió su campaña para reunirse con los candidatos de su partido a diputados y alcaldes, a quienes les exigió cerrar filas en torno a ella, pues se siente abandonada.

 

Quienes asistieron a la reunión quedaron muy confundidos, porque si alguien les ha cerrado la puerta es precisamente la candidata, quien sigue viendo hacia abajo a quienes apoyaban la opción de García Harfuch.

 

Aunque en todo caso, a quien le debería de reclamar es a Sebastián El Sebas Ramírez, dirigente de su partido en la capital, al que desde el principio se le fue el proceso de las manos.

 

No es que tuviera injerencia en las decisiones, pues es un florero, pero al menos tendría que haber llamado a la unidad a los candidatos, así se los hayan impuesto.

 

Clarita podría reclamarle igual a los del Verde, que sí se están poniendo las pilas y aprovechan la imagen de Omar Hamid para jalar agua a su molino, ya que, si bien es candidato de la alianza Sigamos Haciendo Historia, ellos lo venden como suyo.

 

Aunque tampoco estaría mal que Brugada se promoviera junto a Ernestina Godoy y Francisco Chíguil, dos de los personajes que incitaron a la rebelión interna en Morena para imponerla, a ver si le aportan algo.

 

Porque cuando los radicales de su partido la obligaron a bajar a García Harfuch y subir a la exalcaldesa, Claudia Sheinbaum les dijo, con toda claridad, que ellos eran responsables de conservar la ciudad.

 

Pero lejos de hacer una operación cicatriz con los moderados, a quienes desplazaron de la candidatura, todavía se dieron el lujo de burlarse del exjefe de la Policía de la CDMX, al imponerle como senador suplente a Chíguil, quien fue uno de sus verdugos.

 

Así a nadie le den ganas de ayudar. Aparte de todo, los duros se indignan porque sus compañeros no bajan la cabeza, como si fueran los nuevos amos de la capital.

 

Van camino a la derrota, y no precisamente porque la alianza esté haciendo una gran campaña, sino porque los morenistas se están hundiendo solos. 


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