Aunque en su salida intervinieron Andrés Atayde, presidente local del albiazul; Santiago Taboada, candidato a jefe de Gobierno de la Alianza X la Ciudad de México, y Jorge Romero, líder de los suspiritos azules, el principal responsable es Atayde.
El dirigente se dedicó a cuidar su parcela, cerrándole toda posibilidad a Villagrán, por lo que el caso cayó de rebote a Taboada, quien no la pudo acomodar y terminó con Romero, que no logró persuadirla de olvidar sus aspiraciones.
Que si era problemática; que si no se disciplinaba; que con su diputación estaba más que pagada, el chiste es que los dirigentes acabaron por minimizar su salida. Incluso otros hasta la celebraron.
El problema inició porque la candidatura de Santiago le salió carísima al PAN, que tuvo que ceder a sus aliados candidaturas ultrapanistas a cambio de la CDMX, con lo que el margen de maniobra se les redujo.
Dicen que Alejandro Alito Moreno se atascó de posiciones por estampar su firma, y aunque con el PRD fue más fácil, pues Jesús Zambrano se conformó con lo que le arrojaron, de cualquier forma, los espacios se apretaron.
La fila de aspirantes panistas creció y los lugares se redujeron; buscarían compensar a quienes se quedaron a pie.
El grupo de los Cinco Magníficos del PAN, integrado por Taboada, Atayde, el diputado Luis Mendoza; el alcalde Mauricio Tabe y el exdiputado Christian von Roehrich tenían reservados sus espacios.
Podían repartirlos como quisieran, pero no disponer de nuevos, pues el resto de las candidaturas las manejaría directamente Romero. Santiago no tendría espacios, pero a cambio podría repartir el gobierno capitalino a su antojo, si lo gana.
Por eso cuando ocurrió lo de Ana no supieron manejarlo y lo dejaron correr, hasta que les reventó. Los suspiritos azules tienen razón en que su sectarismo pronto se olvidará y que no les pegará en su imagen.
Pero el tema es que Villagrán ya cerró acuerdos con las morenistas Caty Monreal y Lourdes Paz, que buscan las alcaldías Cuauhtémoc e Iztacalco, respectivamente, y eso sí les puede causar un dolor de cabeza.
Sobre todo porque la diputada trae trabajo en ambos territorios y son votos. Lo de su salida de la fracción de Donceles ya no es tan importante, pues no hay grandes dictámenes en puerta. Si esto hubiera ocurrido en enero, a lo mejor Ernestina Godoy estaría sentada aún en la silla de fiscal.
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