El próximo 23 de marzo de 2024, se cumplirán 30 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio a manos de Mario Aburto Martínez.
Precisamente para esas fechas estaría liberado el asesino confeso condenado a 45 años de prisión por homicidio calificado.
Esto porque el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Segundo Circuito, le concedió un amparo directo a Aburto con lo cual recuperará su libertad.
Casualidad o no, así es la política. De encuentros y desencuentros; de revanchismos, venganza, cobro de facturas y cacería de brujas.
Nada en este gobierno pasa o sucede sin el visto bueno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Siempre fue su obsesión el ex presidente Carlos Salinas, a quien prometió juzgar junto con los otros ex presidentes. No ha podido.
¿Lo hará el próximo año en pleno arranque de la campaña por la Presidencia con el pretexto del caso Colosio?
López Obrador explotó al máximo al juicio a Genero García Luna, incondicional de su acérrimo adversario Felipe Calderón.
De hecho, el Presidente utilizó la conferencia mañanera para repasar y retransmitir el juicio contra García Luna.
¿Buscará juzgar a Salinas por el magnicidio de Colosio en plena elección presidencial?
Para nada es descabellada una estratagema de esa naturaleza por parte de López Obrador. Ha dado muestras de su actuar.
Han caído en desgracia Rosario Robles, Juan Collado, Emilio Lozoya y Jesús Murillo Karam, entre otros políticos.
La liberación de Aburto en plena campaña, será motivo de escándalo político y con seguridad atribuida al gobierno para beneficiar a su alfil.
Hay que recordar que está abierta una investigación penal por tortura en agravio de Mario Aburto, y aún no se deslindan responsabilidades.
¿Esa será la rendija legal para juzgar a los actores relacionados con el caso? Todo puede suceder en este gobierno.
Por lo anterior, cobra fuerza el hecho de que no sea casualidad el anuncio de la liberación del asesino material de Colosio.
Siempre se hizo correr la versión de que había sido el Estado el responsable del crimen.
Lo cierto es que poderosos personajes llegaron a Los Pinos la madrugada del 24 de marzo, con el fin de imponer a un candidato distinto a Ernesto Zedillo.
No lo lograron, pero sí pusieron contra la pared al entonces poderoso presidente Carlos Salinas.
Todo mundo se dio cuenta de lo sucedido aquella aciaga noche en la casa presidencial, y el apesadumbrado rostro de Salinas en su mensaje a la nación por el asesinato de su candidato.
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