La Barriada/Martín Aguilar/El león no es como lo pintan

Tras el complicado camino de Ernestina Godoy hacia su reelección como fiscal general de la CDMX inicia el viernes pasado con una comparecencia ante el Consejo Judicial Ciudadano, que fungirá como un primer filtro para los aspirantes al cargo.

 

Los consejeros ciudadanos —elegidos por los partidos políticos— serán sometidos a una gran presión, toda vez que la actuación de Godoy ha dejado mucho qué desear, sobre todo ante la opinión pública, y pagarían un alto costo si acatan instrucciones de quienes los propusieron.

 

Su prestigio público y profesional puede quedar manchado para siempre, pues hay agrupaciones que amenazan con difundir en redes sus rostros y el sentido de su voto, para que todo mundo sepa cómo actuaron.

 

Y es que la llegada de Godoy como fiscal se dio después de que la mayoría en el Congreso de la Ciudad de México modificó en 2018 la flamante Constitución Política de la capital, a fin de que esquivara los requisitos legales, que obviamente no cumplía.

 

Morena y sus rémoras del PT y Verde Ecologista, con la complacencia de panistas como el alcalde Mauricio Tabe, en ese tiempo coordinador de la fracción del PAN en Donceles, le hicieron un traje a la medida para que llegara el cargo.

 

Se brincaron impedimentos como el no haber desempeñado un cargo de elección popular al menos un año antes del nombramiento; Ernestina no sólo había sido diputada, sino, incluso, coordinó la bancada de Morena en el Congreso local; estaba impedida.

 

Como siempre, los diputados hicieron acuerdos en lo oscurito para que pasara, y ahora se quejan de haber creado un monstruo. Y todo para complacer a la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

 

El desempeño de Godoy ha sido lo que le sigue de malo. Y no sólo por ser la tercera entidad del país en rezago de averiguaciones previas, sino por su descarado servilismo hacía de la 4T, pasando por encima de la ley.

 

Con esas credenciales se presenta hoy ante juristas, quienes tendrán que hacer un análisis exhaustivo, pues están en la lupa.

 

Pero si Ernestina brinca este primer obstáculo, habrá ganado sólo el primer round, pues tocará el turno a los diputados, que son los que al final deciden. Morena y aliados tienen que juntar al menos 44 de los 66 votos para lograr la necesaria mayoría calificada.

 

Aunque intentarán acogerse a una interpretación del reglamento, que indica que la mayoría calificada se lograría con las dos terceras partes de los diputados presentes en la sesión, lo que da oportunidad a que varios traicioneros se enfermen o vayan al baño para no votar.

 

Sólo que el miércoles Xóchitl Gálvez advirtió a los diputados del PAN, PRI y PRD que estará pendiente para que no apoyen la reelección de Godoy. En el Frente opositor tomarán nota de cualquier traición, para no darles candidatura alguna a quienes fallen.

 

Si la votación se hace abierta, en la pizarra quedará huella del voto de cada diputado; si la hacen secreta, para que nadie sepa de quién es el voto, el oficialismo corre el riesgo de que hasta morenistas voten en contra.

 

El camino luce pedregoso para Ernestina. 


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