En abierto desafío a la autoridad emanada de El Bastón de Mando, Francisco Chíguil botó a la presidencia del Consejo Estatal de Morena, para convertirse en el coordinador de campaña de Clara Brugada, quien busca ser candidata a la Jefatura de Gobierno de la CDMX.
Además de abandonar el cargo partidista, Chíguil pedirá licencia el lunes como alcalde de la GAM, lo que representa una clara rebeldía contra las instrucciones de Claudia Sheinbaum, quien impulsa la candidatura de Omar Hamid García Harfuch.
A pesar de los llamados de la dueña de El Bastón a la unidad, tanto a nivel nacional como local, el ala dura del partido que apoya a Brugada ha emprendido una intensa campaña en contra de García Harfuch, al grado de que tuvo que intervenir el presidente.
López Obrador dijo que las acusaciones de que el extitular de Seguridad Ciudadana participó en la construcción de la "verdad histórica" del caso Ayotzinapa, hechas por Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, son pura politiquería.
El tema es que las acusaciones no vienen de fuera, sino de su propio gobierno, y eso debería preocupar al inquilino de Palacio Nacional, pues refleja una incomodidad de un grupo grande dentro de la 4T.
Aunque lo más preocupante es que la primera instrucción política de Sheinbaum sea desacatada por su propio partido, y siembren la idea de que no trae todo el power, y que necesita aún del Presidente para resolver las cosas.
Está claro que del interior de la 4T tratarán de imponer a Brugada, lo que se ve en chino. Primero, porque los rebeldes no tienen el número suficiente de consejeros para influir en la decisión de que la candidatura de la CDMX recaiga en una mujer.
Y segundo, porque si Sheinbaum les permitiera pasar, quedaría debilitada como nueva lideresa del Movimiento Transformador, lo que podría generar rebeliones en las otras entidades donde se definen candidatos a gobernadores, alcaldes y legisladores.
El hecho de que un grupo de alcaldes de la CDMX encabece un movimiento para ir en contra la aspirante presidencial —que hasta hace poco era su jefa—, no se podría entender si detrás de ellos no hubiera un núcleo importante de morenistas apoyándolos.
Se suponía que, una vez concluido el proceso de las corcholatas, del que la exjefa de Gobierno salió victoriosa, los enemigos estarían enfrente y no al interior de su partido, lo que refleja que las heridas aún no han sanado.
Y en este escenario, otra víctima colateral de esta guerra interna es Pablo Trejo, director de Administración en GAM, quien ha hecho trabajo territorial en Iztacalco —de donde es originario, en busca de ser el candidato para alcalde.
Tras este pleito interno, está claro que los morenos le cerraron las puertas y que lo arrojan a los brazos del Frente Amplio por la CDMX, donde ya lo habían buscado. Probablemente, lo acusarán de alta traición, pero ellos mismos están liberando su carta.
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