Fwd: La Barriada/Martín Aguilar/El juez por su casa empieza

El repentino ascenso de Beatriz Paredes en su lucha contra Santiago Creel y Xóchitl Gálvez por la candidatura presidencial del Frente Amplio por México no es de a gratis; lleva jiribilla.

 

¿O a poco alguien cree que el PRI dejará que el PAN se quede con las dos principales candidaturas para 2024 —que son la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno— sin siquiera patalear?

 

Está claro que el tricolor hace crecer a la senadora tlaxcalteca y de esa forma tener una ficha de peso para negociar: o les dejan la posición presidencial o les dan la opción de decidir en la CDMX.

 

Nadie duda de la amplia experiencia legislativa, diplomática y administrativa de Paredes, pero tiene un pequeñísimo problema: representa al rancio PRI, ese partido que dos veces perdió la Presidencia de la República por corrupto.

 

El líder tricolor, Alejandro Alito Moreno, no se cuece al primer hervor y está claro que ha puesto a su estructura a levantar la popularidad de Beatriz, pues busca chamaquear a los jóvenes panistas y quiere acorralarlos.

 

Y es que los suspiritos azules no ganarían ni con Xóchitl ni con Beatriz como candidatas, por la sencilla razón de que ninguna de las dos es del PAN. Una pertenece a la nomenklatura tricolor; la otra es ingobernable y no les haría caso jamás.

 

Si no se ponen abusados, los panistas pueden acabar contra la pared, ya que estas dos mujeres ocuparían ambas posiciones.

 

Si Xóchitl va a la Presidencia, Beatriz podría buscar por tercera ocasión ser candidata a la Jefatura de Gobierno, pues la exposición que está tendiendo como corcholata del Frente Amplio por México elevaría su popularidad, arropada por los partidos de oposición.

 

Y si bajan a Gálvez de la federal, ha dicho a sus cercanos que regresaría a la capital nada más para infartar al grupo dominante del PAN, encabezado por el diputado Jorge Romero, pues con la popularidad que ya tiene sería una candidata local imparable.

 

Lo malo de Beatriz es que ya no tiene la fortaleza física para una campaña presidencial, además de acarrear dos derrotas consecutivas: en 2006 y 2012 buscó ser jefa de Gobierno y llevó a su partido hasta el tercer lugar.

 

Si el PRI —que ni le gusta— se aferra en imponer sobre Xóchitl, le estará haciendo el trabajo a la 4T, porque, a diferencia de la tlaxcalteca, que es orgánica de un partido, la hidalguense es percibida más como ciudadana, sin ataduras a ningún color.

 

Se ve difícil que en el Frente transite algo así, pero no se puede descartar del todo, incluso con el también priista Enrique de la Madrid, por aquello del género. 


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