Cuando hace semanas el excanciller se comprometió a respetar las reglas de juego, aseguró que se mantendría en el proyecto —cualquiera que fuera el resultado—, siempre que no hubiera alguna chicanada; pues sí la hay y lo tiene documentado.
Tras haber pintado a Sheinbaum como una vil delincuente electoral —lo cual ameritaría cárcel—, Ebrard tendría que probar que su rival usa el dinero de los contribuyentes capitalinos para promover su campaña.
El excanciller denunció que todo el país está lleno de espectaculares, bardas y brigadas de la Secretaría de Bienestar promocionando a Sheinbaum, diciéndole a los beneficiarios de los programas sociales que el Presidente quiere que voten por ella.
Estas acusaciones son tan graves, que las que hacen por presunta corrupción contra Xóchitl Gálvez palidecen.
Si para el Presiente Xóchitl es corrupta, cómo tendría que calificar a Claudia si Marcelo le comprueba que está usando el dinero del Gobierno de la CDMX y a empleados públicos para promoverse.
Al saberse perdido, Ebrard denuncia lo que todo mundo ha visto: acarreos masivos y participación de funcionarios, incluyendo a gobernadores echando la casa por la ventana, para favorecer a la exjefa de Gobierno.
El excanciller ha ordenado a su equipo juntar las pruebas, que seguramente serán una poderosa herramienta de negociación a la hora de las decisiones, pues en caso de que impongan a Sheinbaum por la mala, tendría con qué confrontarla.
Incluso, si al final Ebrard decidiera dar el brinco al Movimiento Ciudadano, las pruebas de que Claudia violó la ley y que la llevarían ante la justicia, serían su seguro de vida para que la 4T no lo persiguiera por lo de la Línea 12.
Seguramente Marcelo ha puesto a pensar a Andrés Manuel López Obrador cómo deshacer el entuerto que armó, por querer controlar a todas las corcholatas que buscan sucederlo.
No se puede subestimar al excanciller, quien se hace de elementos para presionar a una nueva negociación con miras a 2024; la decisión está en la cancha presidencial, donde a lo mejor se deciden por el plan B.
Quizá sea la oportunidad para que el Presidente eche mano de su paisano Adán Augusto López, quien siempre se ha manejado como la tercera vía en caso de que el tema se atorara. Porque si Marcelo procediera contra Claudia, haría pedazos el proceso interno de Morena y a ella.
El problema está muy lejos de resolverse y el capítulo final no está escrito, pues para el excanciller es la última oportunidad de ser Presidente de México y se jugará su resto.
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