La Barriada/Martín Aguilar/Donde manda capitán

Un día después de que Claudia Sheinbaum pusiera como lazo de cochino a su secretario de Gobierno, Martí Batres, y al titular de Seguridad Ciudadana, Omar Hamid García Harfuch, la gobernante le dio una sobadita a su jefe de Policía al reconocer públicamente su chamba.

 

El pasado viernes, luego de la nula operación política de Batres con los habitantes de San Gregorio Atlapulco, que estrangularon la principal avenida que conecta Xochimilco con el resto de la ciudad, la policía tuvo que entrar en acción.

 

Los pobladores protestaban porque —según ellos— el gobierno capitalino quiere llevarse el agua de esa alcaldía a otras zonas, lo que ocasionaría un desastre ambiental en el sur de la gran ciudad.

 

Para negociar con Los Chicuarotes, como se les conoce a los habitantes de San Gregorio, Martí envió a Emigdio Tonatiuh Ávila Obispo, exescolta en diversas dependencias del gobierno capitalino, a tratar de mediar.

 

Al pobre cuate lo querían linchar y le exigieron llamar a una autoridad superior para que les diera una solución. Se supone que se comunicó con su jefe Batres, pero los pobladores no tuvieron respuesta.

 

Policías de la ciudad tuvieron que intervenir para liberar la vialidad, pero las cosas se calentaron y la fricción con los pobladores estuvo a punto de terminar en tragedia.

 

El área de Gobierno falló y Claudia ordenó a Martí echar de la Dirección de Concertación Política de la Zona Sur al pobre Ávila Obispo, y a Omar Hamid que hiciera lo propio con Luis Adrián Huerta Laguna, director de la Unidad de Policía Metropolitana Fuerza de Tarea.

 

Incluso pidió a la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, que encabeza Nashieli Ramírez, iniciar una investigación a fondo el caso.

 

Aunque Claudia no podía tomar partido públicamente por ninguno de sus funcionarios, es claro que la cosa no fue pareja. Primero, porque el problema fue causado por una falla de gobierno, que no operó nada.

 

Y, segundo, por mucho que el muchacho de Batres haya sido un excelente escolta en sus anteriores trabajos, y que tenga su bachillerato terminado, no se compara con la responsabilidad de un jefe de Fuerza de Tarea, que siempre entra cuando el diálogo falló y la cosa arde.

 

Tan no es lo mismo, que, en el evento de ayer, conmemorativo a su cuarto año como jefa de Gobierno, lo que más presumió Sheinbaum fue el trabajo de García Harfuch, a quien mencionó por su nombre y felicitó delante del gabinete e invitados especiales.

 

De Martí no dijo nada, y si ambos funcionarios no se podían ver ni en pintura, ahora menos. El daño que puede ocasionar ese distanciamiento puede ser más grave que los problemas de conectividad que la jefa sufrió durante su evento, donde falló feo la conexión.

 

Incluso los asistentes comentaban, entre risas, que las fallas durante su exposición eran mayores a las de las líneas del Metro todos los días, y que eso sí calienta.

 

Claro que nadie se atrevió a decírselo en su cara, pues, más que un informe de gobierno, fue un evento propagandístico para hablar de cosas que, "aunque no son falsas, se exageran", dirían los clásicos en las mañaneras.

 

Sobada para Omar; más hielo para Martí.


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