Cuando el primer círculo de Miguel Ángel Mancera pensaba que había librado toda persecución en su contra, resurge la preocupación luego de que dos exfuncionarios de la Policía Cibernética de la anterior administración capitalina han empezado a cantar.
El 2 de junio pasado, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México dio a conocer el modus operandi de "altos funcionarios" del gobierno de Mancera que espiaron entre 2013 y 2018 a políticos, académicos y líderes sociales en la capital.
En la administración de Claudia Sheinbaum se descubrió la casa ubicada en Manuel Márquez Sterling, número 15, en el centro de la ciudad, donde 30 empleados de la Procuraduría del Distrito Federal escuchaban conversaciones telefónicas, veían mensajes de texto y elaboraron expedientes.
Además de la propia jefa de Gobierno, entre los espiados estuvieron el hoy Presidente de la República y su familia, entre otros. Para ello, los espías contaban con 42 computadoras, drones, motos, autos y dinero.
Al momento de ser asegurada la casa, el equipo había desaparecido, por lo que nada se pudo saber del material obtenido durante seis años de espionaje, que incluía detalles de la vida privada de importantes personajes.
También había fotografías y documentación de propiedades, información que nunca salió a la luz, pero que serviría como seguro para los manceristas que la habían obtenido en caso que fueran sobre ellos.
Sábanas enteras de mensajes entre más de cien políticos y funcionarios a través de las diversas apps, entre ellas Telegram, que, decían, era inviolable.
En ese entonces se denunció a la opinión pública el descubrimiento del centro de espionaje, pero nada se pudo probar, pues el sitio estaba desmantelado. Pero sabían que alguien tenía esa información.
El nuevo gobierno, que a todas luces quería cobrarle facturas a Mancera y a su gente, se enfocó entonces en el llamado Cártel Inmobiliario, donde varios de ellos tenían las manos bien metidas y se habían hecho millonarios.
Tampoco lograron probarles nada y se decidieron entonces por buscarle a los presuntos malos manejos de los millonarios recursos para la reconstrucción del sismo de 2017; otra vez nada.
A alguien se le ocurrió apretar entonces a Miguel Ángel Vásquez, exsubsecretario de Finanzas con Mancera, quien desvió más de mil millones para las campañas de 2018. El exfuncionario ofreció entregar a varios a cambio de protección, pero al final no pudo aportar nada.
Cuando parecía que los exmanceristas podrían dormir tranquilos, detuvieron a dos extrabajadores de la Policía Cibernética y, en un cateo, les encontraron computadoras con información sensible y, ante la disyuntiva de "copelas o cuello", prefirieron cantar.
Dicen que ellos sí están aportando datos y, cómo están dispuestos a testificar, a sus ex jefes se les fue de nuevo el sueño.
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