Aunque nadie dudaba que Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz levantaría la mano como aspirante a la Jefatura de Gobierno, no dejó de sorprender que la senadora se haya destapado sin decir agua va, con lo que puso a sudar a los panistas.
Y no porque al interior del blanquiazul estén pensando —aún— en ponerla como su opción número uno en la capital, sino porque la oriunda de Tepatepec, Hidalgo, se les puede adelantar entre la opinión pública capitalina, desesperada por conocer la carta de la oposición.
Si bien no es orgánica del partido, todos identifican a la senadora con el PAN, desde que fue titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas con Vicente Fox, entre 2000 y 2006.
Los suspiritos azules recuerdan que precisamente Fox se destapó para la Presidencia de la República con mucha antelación, logrando posicionarse en la mente de los electores como el opositor que podía derrotar al PRI y sacarlo de Los Pinos.
Cuando el PAN se dio cuenta, el guanajuatense ya estaba por las nubes y no lo pudieron bajar. Al final fue candidato y después Presidente. Seis años más tarde Felipe Calderón repitió la historia al renunciar al gobierno y lanzarse por la libre, imponiendo también su candidatura.
Ahora que Bertha Xóchitl se destapó en el noticiario de su gran amigo Ciro Gómez Leyva, los fantasmas albiazules empiezan a rondar en la cabeza de los dirigentes, pues la mayoría de los capitalinos están hartos de todo lo que huela a 4T, y buscan quién pueda frenarla.
El estilo desparpajado y el lenguaje callejero que regularmente usa la senadora hacen clic con la clase popular de la CDMX, a cuyos habitantes les gustan las personas echadas para adelante y que no se rajan.
Además, Gálvez Ruiz tiene una historia que puede servir para construir una narrativa de la cultura del esfuerzo, pues llegó de su pueblo a vivir a Iztapalapa. Trabajó desde niña hasta llegar a la UNAM, donde se graduó de ingeniera; hoy es una exitosa empresaria.
Un sueño para cualquier familia aspiracionista, pero además es una mujer independiente, que cuenta con todo el apoyo de su esposo, Rubén Sánchez, quien por cierto es oriundo de la colonia Peralvillo y tiene una banda de rock.
Sería una candidata que lo mismo podría caminar por calles de Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco o Venustiano Carranza, que por las Lomas de Chapultepec, San Ángel o Santa Fe, y no desentonar entre el electorado.
Difícilmente alguien no sólo del PAN, sino de la alianza opositora, podría permear indistintamente entre las diversas clases sociales de la gran capital.
En Morena les preocupa que la exjefa delegacional de Miguel Hidalgo pueda ser la candidata de la oposición, precisamente por sus características como política dicharachera y con fama de canija, y de no meterle las uñas al presupuesto.
Por eso, su destape sacudió el tablero panista y de la alianza en general, pues si no se apuran a encumbrar a alguien, Bertha Xóchitl se les puede imponer.
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