Al cumplirse un año de la tragedia en la Línea 12 del Metro que dejó 26 muertos y 98 heridos, y es hora de que la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México no tiene a un solo imputado por el hecho, a pesar de las graves fallas que originaron el accidente.
Dicen que justicia que no es expedita no es justicia, pero Ernestina Godoy se lo toma con calma y hasta presume haber logrado "un acuerdo histórico" para la reparación del daño a cerca del 90% de los afectados.
Con una frase tan chocante como "ni impunidad ni olvido", que suena a lugar común, la fiscal carnala vuelve a prometer que habrá justicia, pero no sabe cuándo ni cómo.
A pesar de que hasta los propios peritajes contratados por Claudia Sheinbaum revelan que la tragedia ocurrió por el mal diseño, la peor ejecución y la falta de mantenimiento, Ernestina insiste en clasificar el delito como "culposo", lo que deja a todos los responsables sin castigo.
El dictamen de la empresa noruega DNV, elegida por la jefa de Gobierno, dejó en claro que los últimos tres gobernantes —Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y la propia Claudia— tienen vela en ese entierro.
Si estuvo mal diseñada y peor ejecutada, es culpa de Ebrard; si no hubo mantenimiento, la bronca está entre Mancera y Sheinbaum: si el "incidente" fue por todas esas causas juntas, pues los tres deberían responder.
Lejos de eso, la fiscal carnala le da largas al asunto y sale a declarar, sin la menor empatía hacia las víctimas —a las que les da trato de mercancía—, que ya se les pagó una lana y que solamente unos cuantos no han querido recibirla. Como si la muerte de las personas fuera sólo cuestión de dinero.
El manejo que se le ha dado al tema por parte del gobierno de la 4T ha sido desastroso, pero lo más ofensivo para los deudos y la ciudadanía es que, a estas alturas del partido, la única que no ha sido llamada a cuentas es la entonces directora del Metro, Florencia Serranía.
A todo esto hay que agregar la insensibilidad de Morena con las víctimas, pues sus diputados locales ni siquiera aceptaron que hubiera una sesión solemne en Donceles para recordar ese trágico hecho.
No fueran oposición porque hasta un antimonumento ya habrían levantado. Como el de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, muertos durante el sexenio de Enrique Peña Nieto; quizá porque aquí "solamente" fueron 27 los fallecidos.
Cuando el problema amenazaba con desbordarse, pues incluso provocó el intercambio de veneno entre Marcelo y Claudia —dos de las corcholatas del Presidente—, fue tomado directamente en Palacio Nacional y, como cascada, se dieron los acuerdos reparatorios.
Se llegó a un acuerdo en lo económico, pero no en lo social, pues, además del trato indigno a las víctimas, quedó en el limbo la promesa presidencial de que, en menos de un año, estaría funcionando de nuevo la Línea 12: "Tienen mi palabra", se dijo entonces.
Pues hoy se cumple el año y no hay fecha para su reapertura; quizá para finales del presente, pero no hay seguridad, dice Claudia.
Esa es la justicia expedita de la 4T.
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