Mientras Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre sigue preso en el penal del Altiplano, uno de sus máximos ídolos, su tocayo Cuauhtémoc Blanco, pasa las de Caín en Morelos, donde se enfila a su tercer informe de Gobierno en medio del descrédito total.
Que el exfutbolista es ignorante de la política, no cabe duda. Los morelenses votaron por él en memoria de sus hazañas con el América y con la Selección Nacional, cansados de los gobernadores corruptos que lo antecedieron.
Lo critican por las evidencias cada vez más claras de corrupción y de presuntos nexos con capos de la delincuencia organizada, a los que prometió combatir.
Desde que fue alcalde de Cuernavaca se rumoró que tenía acuerdos con la maña, aunque nunca se le pudo probar. Sobre todo porque quien lo acusaba era el entonces gobernador del PRD, Graco Ramírez, que gobernaba con antifaz y cachiporra.
Como el tabasqueño no tenía calidad moral para hablar de corrupción, Blanco se envolvió en la bandera de víctima, que utilizó tres años para justificar por qué fue el peor alcalde que ha tenido la capital de ese estado; culpó a Graco de bloquearlo.
Después, aprovechó el hartazgo de los morelenses por los políticos de siempre, y se subió a la ola morena que bañó el país en 2018, para ganar la gubernatura de un estado que no es el suyo; llevaba sólo tres años en la política. Su ignorancia y prepotencia minaron rápidamente el crédito que la ciudadanía le había dado.
Apareció la foto donde posa abrazado de los tres principales capos del narco, que eran señalados como los generadores de la violencia en el estado, y su estrella se empezó a eclipsar; sus enemigos afilan lanzas.
Blanco pensó que ser gobernador era como jugar futbol, donde se podía pelear con todos y salir victorioso, por ser el dueño del balón. Siempre a la defensiva, prefirió delegar el poder y se quedó tan solo, que ni los diputados, alcaldes o dirigentes que lo apoyaron quieren saber de él.
Se convirtió en un chivo en cristalería y, como dice un compadre: "es de los cuates que, en lugar de buscar una solución a cada problema, busca un problema a cada solución".
El problema para Blanco es que ya trae demandas de tipo penal, que aunque pudieran ser frenadas por la FGR, Alberto Capella, exjefe de policía con Graco, advirtió que facilitará expedientes a Estados Unidos para que investiguen allá los pasos del gobernador.
Y ahí sí mete en un lío la 4T, porque el tema se les saldría de las manos. Blanco es una bomba que, si no desactivan pronto, les puede estallar. Quizá por eso, a diferencia de otros gobernadores malandros defendidos desde las mañaneras, al ex ídolo del Ame nadie ha salido a exonerarlo.
No se ha escuchado el clásico: "Cuauhtémoc es un buen gobernador; es honesto y tiene todo nuestro apoyo". Por eso el Temo tuvo que lanzar esa bravata de "no les tengo miedo, acá está papá". Quería aparentar fortaleza y sólo evidenció debilidad.
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