A dos semanas de las elecciones más importantes de la era moderna para México y para la CDMX, tal parece que el mapa político cambiará al menos para Morena y aunque el inepto de Mario Delgado, sigue cacareando que el INE está a las órdenes de la oposición y que el PRI, PAN y PRD son lo corrupción, como sí lo peor de todos los ex priistas, ex panistas y ex perredistas ya están en Morena y por la corrupción que merma en ese partido, sigue siendo la tragedia de México.
No se puede saber a ciencia cierta sobre la veracidad de las encuestas, pues muchas empresas hacen estudios a la medida de quienes les pagan, pero la constante en la mayoría de los sondeos es que Morena se está desmoronando en la ciudad.
Independiente de que se esté yendo a pique o no, lo peligroso para la 4-T es que cada vez permea más la idea entre el electorado de que se le puede ganar al partido en el poder, y eso cambiaría las cosas después del 6 de junio.
Entre los ciudadanos que no están de acuerdo con el trabajo de los gobiernos de Morena en las alcaldías, crece la esperanza de sacarlos del poder, lo que hace algunos meses veían como poco probable, sobre todo por la popularidad del Presidente de la República. Pero una serie de eventos desafortunados, incluyendo el mal manejo de la crisis generada por el accidente en la Línea 12, han caído mal en buena parte de la población, que no está conforme con los resultados.
Aunado a ello, grupos civiles iniciaron una campaña en redes sociales llamando a la gente a ejercer el voto útil, y sufragar por los candidatos o partidos que estén en mejores posibilidades de derrotar a Morena, independientemente de sus preferencias políticas.
Y aquí es donde las encuestas cobran especial relevancia, pues están generando la percepción de que los morenos son vulnerables, y que si se unen los candidatos de oposición con quien tenga más chance de vencerlos, les quitarán la mayoría.
Eso ha provocado ya la declinación de algunos aspirantes de la chiquillada, incluyendo aliados del pejismo, en favor la alianza Va por México, mientras los morenos siguen montados en la soberbia. Pero lo más delicado para la 4-T, que parece no darse cuenta, es que la ciudadanía que no los quiere está despertando e ilusionandose con el voto, cosa que hasta hace poco no ocurría. La apuesta era que estaban desanimados y no irían a las urnas el 6 de junio.
Y es que tradicionalmente, en las elecciones intermedias lo que impera es el abstencionismo, que beneficia al partido en el gobierno, pues la gente no sale a votar y con la estructura oficial, más los grupos corporativos, es suficiente para ganar, así sea por unos cuantos votos.
Pero cuando la ciudadanía sin partido se decide a ir a las urnas en forma masiva, regularmente el sector que más sufre es el oficial, sobre todo por el desgaste de sus gobiernos. Cuestión de recordar 2018.
Las administraciones de Morena han sido pésimas. Llegaron prometiendo las perlas de la Virgen y nada cumplieron, a pesar de contar con el apoyo del Congreso local y de los gobiernos de la CDMX y el federal.
La percepción de que Morena va en picada, al menos en la Ciudad de México, parece que nadie la puede parar, y menos con los pleitos internos que a poco más de dos semanas de las elecciones aún sostienen en los territorios.
Nunca hubo línea para las campañas; cada quien se mueve como puede, y a estas alturas no se ve cómo se puedan articular.
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