Aunque parecería que Marcelo Ebrard se parte en pedazos para cumplir con su apaciguar las llamas de la 4-T, al interior de su equipo la cosa está tan tirante que varias de sus fichas, por no decir fichitas que han ido cayendo.
A Ebrard se le han alineado tantas cosas negativas durante las últimas semanas, que hasta pareciera que le están haciendo mal de ojo o algo así, pues no hay día que no haga corajes antes del primer café de la mañana.
De héroe de la película para los chairos, por sacarle al Presidente las castañas del fuego a cada rato, ha pasado a ser uno de los villanos por la falta de vacunas anticovid.
Y no es que el canciller sea el responsable de la vacunación, pero como es el que se acomidió a conseguir los fármacos y presumió que tenía amarradas millones de dosis, al comprobarse que no era cierto le cayó la sal.
Primero, la ONU lo quemó, al revelar que México no estaba entre los países que habían adquirido vacunas con anticipación. Después anunció que Vladimir Putin enviaría 35 millones de Sputnik V, pero tampoco llegaron.
Obvio que el desastre en el manejo de la pandemia no es culpa de Marcelo; al contrario, ha hecho más de lo que le correspondía, pero por lucido con ese tema, al final lo culpan del desabasto.
Pero tiene otros dolores de cabeza que su propio equipo le causa al interior de la Cancillería, donde ha habido renuncias importantes y se han quedado quienes en realidad ya no deberían estar ahí.
Un ejemplo es la salida de Fabián Medina como jefe de la Oficina de la Cancillería. Esto tiene más fondo del que muchos quisieran ver, pues este tenebroso sujeto es quien manejaba los asuntos delicados del canciller.
Si su salida llama la atención, mas extraña es la redacción de su carta de renuncia, en la que deja ver algunos mensajes cifrados.
"Ante la situación actual en la Cancillería, me permito presentar mi renuncia con carácter irrevocable a la Jefatura de Oficina que me conferiste desde el 1º de diciembre de 2018. Deseo de corazón que sigas teniendo éxito, y que mires siempre por el bien de nuestro amado México".
No es que Medina fuera el gran funcionario, o un hombre probo. Para nada, pero era el de todas las confianzas de Ebrard para los temas escabrosos… algo se rompió.
Su salida contrasta con la ratificación desde el año pasado de Carlos Candelaria, exencargado de delegaciones de la Cancillería que fue denunciado ante el Presidente por exigir moches quincenales a los trabajadores de la dependencia.
Aunque se prometió su baja, le dieron refugio en el edificio de la SRE, donde aún sigue operando. Muchos lo señalan como uno de los responsables "de la situación que priva en la Cancillería".
A toda esta grillita hay que agregar escándalos como el del cónsul de México en San Antonio, Rubén Minutti, acusado de extender una matrícula consular de residente a la ministra Yasmín Esquivel, su exjefa en el Tribunal de Justicia Administrativa de la CDMX.
O el de Ontario, Darío Bernal, destituido tras difundirse un video en el que aparece masturbándose en su oficina. Ni hablar de Guillermo Rivera, el de Tucson, acusado de acoso sexual y de usar el consulado para reuniones de Morena.
Parece que al canciller se le empiezan a caer las fichas.
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