La Barriada/Martín Aguilar/Lo corrupto no quita lo cobarde

Cuando llegó a la jefatura delegacional de Miguel Hidalgo en 2012, el entonces perredista Víctor Hugo Romo se dedicó a armar una red de operadores electorales para sentar sus reales en esa zona y convertirla en su territorio.

 

Además de armar sus redes territoriales, hizo acuerdos con varios empresarios locales que invirtieron a manos llenas en varios proyectos delegacionales, muchos de los cuales quedaron inconclusos, lo que le acarreó la inconformidad de los hombres de empresa.

 

Aunque no se habían cumplido los compromisos con inversionistas de la zona, Romo les dijo que no se preocuparan, pues dejaría a David Razú como su relevo en 2015, y los acuerdos continuarían. Y, efectivamente, logró imponer a Razú como candidato perredista a delegado, sólo que fue derrotado por la panista Xóchitl Gálvez. Pero no sólo eso, además perdió las diputaciones locales y federales en disputa, y sólo salvó la de él para la Asamblea Legislativa del DF.

 

Quedó mal con todo mundo, incluso, enfrentó demandas por malos manejos, como la millonaria edificación inconclusa de una nueva sede delegacional y el polémico proyecto del predio La Mexicana, por ejemplo.

 

Durante su estancia en la bancada del PRD entre 2015 y 2018 fue relegado a la última fila y nadie lo tomaba en cuenta. De hecho, él mismo bajó el perfil y el gobierno de Miguel Ángel Mancera lo protegió para evitar el riesgo de cárcel.

 

Así se pasó casi toda la legislación, hasta que repentinamente brincó a Morena, donde su amigo Gabriel García –hombre cercanísimo a Andrés Manuel López Obrador—, le prometió la candidatura en Miguel Hidalgo y le cumplió.

 

Los manceristas —que se sintieron traicionados— ya no pudieron juzgarlo, pues al brincar a la 4-T Romo se había cobijado bajo el manto morenista, que lo redimió. La ola de Morena lo hizo ganar y volvió a las andadas, utilizando recursos públicos a través de su programa llamado La Empleadora, una tarjeta mediante la cual entrega dinero a 7 mil habitantes de la zona, entre ellos a parientes de sus operadores.

 

Esta semana el PAN desnudó este programa y evidenció que en realidad es un desvío de recursos para financiar a su estructura electoral, pues quiere repetir en el cargo en 2021, que sería su tercer periodo al frente.

 

El alcalde le está jugando al vivo de nuevo, pues si vuelve a perder ante el PAN, esta vez nadie va a meter las manos —sobre todo entre los morenos— para librarlo de las investigaciones que sobre su administración seguramente habrá.

 

Pero no entiende, por eso bien dice el dicho: perro que come huevos, aunque le rompan el hocico.

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