Luego que hace poco más de una semana la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum lo nombrara, sorpresivamente, secretario de Gobierno de la CDMX, en lugar de Rosa Ícela Rodríguez, quien fue llamada a la administración federal.
Su nombramiento fue bien recibido por la oposición, aunque al interior de Morena y de la 4T decían que esperaban a alguien con un carácter más fuerte, alguien de mano dura, pues el puesto así lo exige.
Pero, al final, todos le dieron el beneficio de la duda, pues había coincidencia en que José Alfonso Suárez del Real era un hombre preparado y, sobre todo, un gran conciliador político, perfil que también hacía falta.
De entre sus múltiples pendientes, la mayoría coincidía en que el nuevo secretario de Gobierno tendría que enfocar sus baterías en solucionar el tiradero que hay en el Congreso de la CDMX, provocado por la descarnada disputa interna de los diputados de Morena.
Esa disputa entre morenistas, alentada por quedarse con los millonarios recursos del Poder Legislativo, ha tenido paralizado el trabajo en Donceles, afectando en más de una ocasión los proyectos que, incluso, le interesan a Sheinbaum.
La misión estaba muy clara y se esperaban resultados prácticamente inmediatos, pero es hora de que Suárez del Real aún no deja ver su mano, pues lo único que se sabe es que buscó acercarse al grupo parlamentario de los morenos, pero nada más.
Si bien su estilo es conservador, el funcionario se ha pasado de discreto, alguien con esa responsabilidad se debe dejar sentir. Si bien no tiene que ser necesariamente de mano dura, como pedían, sí tiene que ser resolutivo.
El secretario de Gobierno se veía más activo en la grilla cuando estaba al frente de la Secretaría de Cultura, donde incluso, en ocasiones, hacía algunas declaraciones políticas más que ahora que es el segundo de abordo en la capital de la República.
A lo mejor sí está haciendo algo para solucionar la grilla en Donceles, que puede afectar peligrosamente el proyecto de su jefa, pero lo ha de estar haciendo de forma tan discreta que nadie sabe bien qué es de su vida.
Tendría que salir a fijar de vez en cuando posición sobre alguno de los temas que aquejan a la capital. Si no es en lo político, sí en las marchas, en la inseguridad o en la falta de conciencia cívica de mucha gente que no respeta las reglas de convivencia por el covid-19.
Ya estamos a poco más de un mes de que arranque oficialmente el último año de la actual legislatura de la CDMX y no se ve cómo va a lograr que haya gobernabilidad en ese órgano, sobre todo de cara a las elecciones del año entrante.
Por lo pronto, Suárez del Real no sólo no se ve, sino que tampoco se siente.
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