Con la intención de tomar el poder absoluto al interior de su partido, peor que en los tiempos dorados del presidencialismo, Alejandro Alito Moreno, líder nacional del PRI, detonó una bomba al proponer el cambio de los estatutos políticos de su partido.
En una sorpresiva reunión del Consejo Político del tricolor, realizada vía internet, los consejeros de ese partido fueron sorprendidos con la presentación de un documento para otorgarle poderes supremos a su líder nacional.
Los cambios irían en el sentido de darle a Alito Moreno sea la facultad de decidir las próximas candidaturas del partido a puestos de elección popular, desde alcaldes, diputados y gobernadores, incluso, que él nombre a los coordinadores legislativos.
Pero no sólo eso, que también sus bancadas le consulten el sentido de todas sus votaciones, previo a la discusión de las iniciativas en los respectivos congresos, especialmente en el Congreso de la Unión.
Esta disposición no cayó nada bien, sobre todo en el interior del país, donde los gobernadores deciden a nivel local, pues son quienes tienen las riendas políticas y económicas de sus estados.
Si su partido les quiere imponer desde el centro la lista de todas las candidaturas, bastará con que decidan tomar un rumbo diferente al tricolor para poner los últimos clavos en el ataúd priista.
Pero no sólo molestan los intentos de controlar las candidaturas y la línea legislativa del tricolor, sino que todo mundo pregunta: ¿Quién es, qué ha hecho Alito como para querer que los nombren real emperador del partido?
El campechano no es nadie y queda claro que lo único que busca es poner lo que queda del PRI al servicio incondicional de Morena; ya ha dado varias muestras de ello.
Si por un milagro su intentona pasa, le pegaría a la estrategia política del tricolor en la Ciudad de México, donde busca firmar una alianza con la oposición para ir juntos en varios distritos y alcaldías, y arrebatarle posiciones a los pejistas de la capital.
Aunque la mayoría piensa que la intención de Moreno no pasará, pues no tiene control territorial en ningún lado —ni siquiera en su natal Campeche—, lo que sí hace es dividir y polarizar a su de por sí disminuido partido.
Por lo pronto desde el PRI capitalino ya le mandaron señales de que si sabe contar, no cuente con ellos, de varias entidades también recibió lo mismo.
Hasta parece que la intención de Alito fuera acabar con lo poco que quedó de su partido en 2018. De insistir en su locura, el otrora partidazo acabará judicializado tantas impugnaciones, tal como ocurre actualmente en Morena.
Ah, que Moreno que se quiere vestir de Morena.
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