Fwd: La Barriada/Martín Aguilar/Al buen entendedor, pocas palabras

Lo que en septiembre de 2018 arrancó como una luna de miel, cuando por casualidad coincidieron como diputadas verdes en el Congreso de la CDMX, ha terminado como una guerra a muerte entre Teresa Ramos y Alessandra Rojo de la Vega.

 

Ambas llegaron a Donceles vía "repechaje", incluso una de ellas está ahí porque las autoridades electorales bajaron de último momento a Jesús Sesma, argumentando que por paridad de género al PVEM le correspondían dos diputadas.

 

Como quiera, Sesma hizo un rápido control de daños y quedó al frente de la agenda legislativa y la relación con Claudia Sheinbaum, mientras Ramos encabezó la bancada el primer año, con el acuerdo de que Alessandra lo haría el segundo.

 

Y así caminaron la primera mitad de la actual legislatura, hasta que Teresa renunció a principio de mes a la bancada, alegando incumplimientos y bloqueos a su trabajo por parte de su compañera.

 

Parecía un simple divorcio por incompatibilidad de caracteres, hasta que se supo que Ramos empezó a coquetear con la idea de ser candidata de Morena en Tláhuac, por lo que se acercó al diputado moreno Rigoberto Salgado, cacique del lugar.

 

Hasta ahí la ruptura estaba hecha, pero lo que vino después rayó en algo más personal por parte de Ramos, quien atacó en los medios a Alessandra, dejando en claro que se fue porque ya no la aguantaba.

 

Comenzó a acosarla llegando al punto de usar una clave prestada para conectarse a las sesiones virtuales de los coordinadores nada más para ver si no estaba su excompañera, a fin de exigir que la sacaran.

 

Y es que como el Verde ya no es grupo parlamentario, técnicamente no tendría derecho a un asiento en esas reuniones, pero le dan chance pretextando que nadie ha pedido por escrito que desaparezca, lo cual tendría que ser aprobado por el pleno.

 

Apenas este martes Ramos se volvió a colar a la reunión virtual de coordinadores con Isabela Rosales, presidenta de la Mesa Directiva, para ver si Rojo de la Vega estaba ahí. No la encontró, pero lo peor es que fue corrida de fea forma por la propia Rosales.

 

La presidenta le exigió que se desconectara y que no volviera a entrar; nadie la defendió.

 

De pena ajena de lo de Teresa, pero Alessandra no se quedó atrás al pedir que se modifique el reglamento del Congreso, a fin de que su partido siga siendo considerado grupo parlamentario, aunque sólo tenga a ella como diputada.

 

Argumenta que los ciudadanos que la eligieron merecen ser representados, lo cual es ridículo, pues ella sigue teniendo su curul para representarlos.

 

Nada dijo acerca de que si lo desaparecen, los verdes ya no tendrán acceso a los 50 millones de pesos que cada trimestre reciben las fracciones, por muy pequeñas que sean.

 

Como quiera el deschongue está a todo lo que da.


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