Apoyada en una campaña mediática, donde una heroína llamada "Susana Distancia" invita a la población a evitar actos masivos y cercanía con las personas, la Secretaría de Salud reforzó el fin de semana las acciones para combatir el COVID-19.
Además de las recomendaciones de no tocarse la cara y de lavarse perfectamente las manos con jabón, las autoridades sanitarias piden no estar a menos de metro y medio de una persona, y para eso se apoyan en una figura semejante a La Mujer Maravilla.
Aunque para la mayoría de la población es una reacción tardía, lo increíble es que son las propias autoridades emanadas de la 4T las que no respetan la prohibición, sino al contrario: permiten y hasta fomentan las reuniones masivas que aumentan contagios.
Empezando por el Presidente, que no sólo se niega a cancelar las mañaneras o a usar gel antibacterial antes de saludar de mano a quien se le atraviesa, sino que sigue activo en sus giras de fin de semana, congregando a centenares de personas y dando besos.
Lo mismo Claudia Sheinbaum, recibió la orden presidencial de no cancelar el Festival Vive Latino de la semana pasada, aunque su intención sí era frenarlo.
Apenas ayer la jefa de Gobierno anunció el cierre de museos, cines, teatros y dio la orden de que los empleados que pudieran trabajaran desde sus casas, y los que fueran población de alto riesgo, de plano no asistieran.
Pero no sólo los gobiernos, sino también los partidos políticos, pues en San Lázaro se negaron a bajar la cortina antes, porque para ellos era muy urgente sesionar para inhabilitar a Rosario Robles, anteponiendo su sed de venganza a la salud de los trabajadores.
En el Senado la cosa no es tan diferente, pues la mayoría morenista insiste en sesionar porque se sienten también con algo de la fuerza moral divina para evitar contagiarse o contagiar a los demás.
Y, claro, no podía faltar el Congreso local, donde Morena incluso hizo una conferencia, a la que obligó a ir al líder sindical Gaudencio Chávez, para advertirle que los trabajadores que estén en condiciones tendrán que seguir laborando.
¿Cuál es la urgencia de los morenos en sesionar, si no sería la primera vez que se les venciera un plazo legislativo y lo cambiaran? ¿Acaso será seguirse agandallando mientras que la oposición no está?
Porque si sesionan, aparte de poner en riesgo a los trabajadores —los tienen agarrados con la promesa incumplida de un aumento del cinco por ciento— estarían desobedeciendo la orden emitida ayer por Sheinbaum, quien prohibió reuniones de más de 50 personas.
Los diputados son 66, sin contar los que abren las puertas, operan el sonido, asean los baños, toman recados, dan servicio a las oficinas. Ganas de fastidiar de los morenos, que siguen demostrando que llegaron a servirse y no a servir a quienes votaron por ellos, ya que al parecer la jornada de Susana Distancia le vendría bien otra de Susano Juicio.
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