En la mente de una científica no puede caber la idea de que mientras un clásico del futbol mexicano se juegue a puerta cerrada, ante el peligro de expansión del coronavirus, a menos de 15 kilómetros se realice un festival masivo de música sin riesgo alguno.
Y que después de dos días consecutivos de que ese festival reuniera, en su conjunto, a cerca de 200 mil personas, ahora sí queden prohibidos los eventos públicos y privados que rebasen más de mil personas, porque son peligrosos.
Pero no así la cancelación del vía crucis anual de Iztapalapa, que reúne a más de un millón de personas en las calles de esa demarcación. Se analiza aún permitir lo que en ningún lugar del mundo se permitiría en estos momentos.
¿Qué pasará por la mente de una científica como Claudia Sheinbaum, tras analizar los datos duros para tomar estas decisiones?
¿Acaso creerá que, así como la tradición anual del Cristo de Iztapalapa nació hace más de 100 años como una ofrenda del pueblo para acabar con una epidemia de peste, si deja que se realice este año recibirá ayuda divina para acabar con la pandemia del coronavirus?
Porque, si piensa así, entonces ya no lo está haciendo como científica, sino como creyente de la fe que profesan desde Palacio Nacional, y eso sería muy grave, porque ratificaría que carece de voluntad propia.
La diferencia entre ella y el gobierno de Marcelo Ebrard, cuando la capital fue azotada por una epidemia de influenza, es que el hoy canciller tenía autonomía, libertad y responsabilidad, contrario a lo que ocurre hoy entre el gobierno capitalino y el federal.
Porque hoy es común que la jefa de Gobierno repita y refuerce todos los días, en sus conferencias, lo que minutos antes sale de las mañaneras de Palacio, sin que le importe sustentar nada en un razonamiento lógico o científico.
¿En serio sábado y domingo no había mayor peligro de contagio en una zona de la ciudad, aunque se juntaran cerca de 200 mil personas, y apenas un día después ya lo hay y dispone medidas para evitarlo?
La jefa de Gobierno considera que, 24 horas después de celebrarse sin riesgo el magno festival, ahora hasta sus audiencias matutinas en las que atendía peticiones ciudadanas se deben suspender.
Qué triste que alguien que tiene la obligación de cuidar el bienestar de millones de personas, porque así lo pidió ella misma, se deje mangonear para no hacer enojar a quien la llevó al cargo y, sobre todo, a quien la puede impulsar para sucederlo en 2024, ya que parece que la política se impuso a la ciencia.
0 Comentarios