La Barriada/Martin Aguilar/No tiene la culpa el indio

Decían antes cuando alguien metía en un problema a un amigo al querer defenderlo, y eso le pasó ayer a Claudia Sheinbaum, cuando su consejero Jurídico la hizo pasar uno de los mayores ridículos en su administración.

Y es que Néstor Vargas, recién nombrado en lugar de Héctor Villegas, se atrevió a observar, a nombre del Gobierno de la Ciudad de México, 56 modificaciones a siete leyes emitidas por la Congreso capitalino.

En la sesión de ayer, la Mesa Directiva de Donceles dio a conocer un listado de leyes constitucionales que, a juicio de la jefa de Gobierno, deben ser modificadas y que permanecerían vetadas hasta que se hagan los ajustes indicados.

Por supuesto que el gobierno puede observar una ley, incluso vetarla, pero a Vargas se le pasó un pequeño detalle, que acabó en un gran oso: el numeral 4 del artículo 30, de la Constitución Política de la CDMX, prohíbe vetar leyes constitucionales.

Es decir, que una vez aprobada por la mayoría parlamentaria, entre la que se cuenta a Morena, por supuesto, la autoridad tiene 30 días para observarla y 10 días para publicarla, plazos que por cierto se vencieron.

O sea, además de que no tenía derecho al veto, el gobierno de Sheinbaum tenía un plazo perentorio para publicarlas. Y la Constitución es muy clara al señalar que en caso de que el gobierno incumpla con su publicación, la ley se dará por promulgada automáticamente.

Y lo peor es que mandata a la Mesa Directiva del Congreso, dominada por Morena, a que ordene su publicación, a fin de enmendarle la plana, en este caso a la jefa de Gobierno.

En la sesión de ayer, la oposición se dio gusto vapuleando a los morenos por ignorantes, lo cual documentaron el panista Federico Döring y el perredista Jorge Gaviño. Incluso, el líder azul, Mauricio Tabe, se dio el lujo de pedir que enviaran al Zócalo una Constitución para que se pusieran a estudiar.

Bueno, hasta el moreno Carlos Castillo, regularmente defensor a ultranza de todo lo que ordene la 4-T, dijo que Vargas debería acudir a Donceles a explicar por qué no publica las leyes, porque muchos dicen que pretende legislar desde su oficina.

Hay gran malestar, incluso entre varios morenos, quienes aseguran que "estábamos mejor cuando estábamos peor", en alusión a que, si a Villegas lo quitaron por malo, pues Vargas resultó peor.

Y eso que Sheinbaum lo presentó como la gran maravilla, como un hombre "absolutamente honesto", a pesar de haber estirado la ley para darse un bono de retiro de dos millones de pesos cuando dejó el Instituto Electoral del entonces DF.

Con sus antecedentes, Vargas está años luz de cumplir con ese 90 por ciento de honestidad que marcó la 4-T para sus funcionarios, y más lejos aún del 10 por ciento de capacidad.

Y aun así pretendía corregirla la plana al Congreso; si no está con empelados de la Consejería. 


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