MARTIN AGUILAR
De estar en la mira de la anterior legislatura, por supuesta corrupción en su estancia como delegado en Tláhuac, Rigoberto Salgado pasó no sólo a ser diputado local, sino, incluso, a aspirar a coordinar el grupo parlamentario de ese partido en el Congreso de la Ciudad de México.
¿Por qué el legislador moreno ha podido caminar tranquilamente en Donceles, si apenas hace un par de años estuvo en la mira de la Asamblea Legislativa del DF, cuyos integrantes le estaban armando juicio político para destituirlo y enviarlo a la cárcel?
Muy sencillo: la gran tragedia que vivió la capital con los sismos de 2017 hizo que se olvidara todo lo demás, para concentrarse en la ayuda a víctimas y a la reconstrucción de la capital.
Eso y que junto con Avelino Méndez, entonces delegado moreno en Xochimilco, fueron dos de los delegados capitalinos que anticipadamente levantaron la mano a Claudia Sheinbaum cuando la hoy jefa de Gobierno era delegada en Tlalpan y aspiraba a gobernar.
Paradojas de la vida, pues de estar en la mira por presuntas corruptelas con dinero público y privado, Salgado se vio de pronto encabezando un área que aprueba prácticamente los gastos del Congreso.
Con esas credenciales tan dudosas, ahora aspira a convertirse en el presidente de la Junta de Coordinación Política en Donceles, para lo cual tiene que convencer a la mayoría de sus compañeros de votar por él como su próximo líder.
Eso no checa con la política de austeridad y honestidad que, supuestamente, aplica el gobierno de la 4-T, pues Salgado tiene las manos sucias. Pero detrás de él también está como aliada Valentina Batres.
Se supone que el grupo de Batres y otro que se autodefinió como la tercera vía —que son algunos diputados maltratados al interior de la fracción— se unieron para enfrentar a José Luis Rodríguez, quien es el favorito para llegar a la coordinación.
Pero ni juntos pudieron vencerlo y ahora llaman a Sheinbaum para que intervenga y apoye a los aspirantes de la alianza interna, lo cual suena bastante raro porque la jefa de Gobierno no podría sostener un discurso a favor de Salgado, tan sólo por sus antecedentes.
Y quizá en ese supuesto Valentina esté pensando que si su compañero es reprobado desde el Antiguo Ayuntamiento, a ella le caiga de rebote la coordinación, con el apoyo de la tercera vía.
Aunque aquí habría dos pequeños inconvenientes: uno, que al interior de Morena no es bien vista esta diputada, por lo que difícilmente lograría unir a la banda. Y dos, que la oposición en su conjunto ya envió en mensaje de que si es Batres, se acabaron las negociaciones.
Así de complicada está la situación en la bancada local de los morenos, que tendrán que definir antes de las fiestas de fin de año si van con melón o con sandía.
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