LA BARRIADA/ EL MUCHO ABARCA, POCO APRIETA

MARTIN AGUILAR


Aunque su asociación Somos, Sociedad en Movimiento logró la realización de 15 asambleas municipales, con la participación de 27 mil 500 militantes, y está en condiciones de pedir su registro como partido local, Miguel Ángel Vázquez analiza el siguiente paso.


Y es que luego de que la semana pasada estuvo a punto de ser detenido por agentes de la Procuraduría General de Justicia de la CDMX, el ex colaborador de Miguel Ángel Mancera tiene sus dudas.


Cierto que la agrupación que encabeza cumplió con todos los requisitos e incluso hizo cuatro asambleas más de las once que como mínimo piden las autoridades electorales, pero las presiones en su contra se han incrementado.


Hay tres pecados que a Vázquez no le perdona el gobierno de la 4-T: uno es el manejo que quiso hacer del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la CDMX a través del depuesto Juan Ayala, para presionar a la administración de Claudia Sheinbaum.


Otro, que con el dinero que –según las autoridades– obtuvo de los manejos millonarios de la nómina oficial, quisiera hacer un partido local, cosa que está a punto de lograr, si es que al final se decide a solicitar su registro.


Pero el más importante –dicen– es que en la cúpula morenista no le perdonan que, previo al segundo debate presidencial, un grupo de trabajadores del gobierno capitalino se manifestara con gritos y pancartas afuera de la sede, en contra de AMLO.


Como sea, el asunto es que en política no hay coincidencias y ahora que está cerca de tener su propio partido –algo en lo que sus adversarios e incluso sus amigos no creían, Vázquez puede ser detenido.


No es que no se supiera que le habían abierto un amplio expediente en la Procuraduría local; el tema es que apenas despejó el camino rumbo al registro de su partido y le aventaron la jauría para capturarlo.


Aunque él mismo ha declarado que su firma como funcionario no alcanzaba para tanto y que todos los movimientos económicos siempre fueron avalados por funcionarios superiores a él, Miguel Ángel Vázquez sabe que el gobierno le puede armar lo que se le antoje.


Y si no, nada más hay que ver el caso de Rosario Robles, que independientemente de que sea culpable o no de los desvíos de que la acusan, está en la cárcel por algunas triquiñuelas legales que un juez de consigna le inventó para enviarla a Santa Martha.


En espera de ver cómo se desarrolla su asunto, Vázquez medita si en enero envía o no el oficio al INE para pedir el reconocimiento oficial como partido a su asociación Somos, Sociedad en Movimiento.


Porque igual ya demostró que pudo con los requisitos y decide quedarse ahí.

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