LA BARRIADA

POR MARTIN AGUILAR

EL SEÑOR DE LAS LIGAS DOS

Hace 15 años un terremoto llamado Carlos Ahumada tiró como pinos de boliche a los entonces poderosos líderes de la izquierda, y manchó para siempre a la generación de luchadores sociales provenientes del gremio sindical, magisterial y estudiantil, básicamente.

En 2004, cuando las izquierdas agrupadas en el PRD habían llegado al poder en la capital de la República, varios estados, municipios y se habían apoderado del Legislativo del DF e incidían en innumerables congresos locales, salieron a la luz impactantes videos.

En ellos eran exhibidos funcionarios, legisladores y dirigentes partidistas cercanos a las corrientes dominantes del sol azteca, y al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador.

Los materiales causaron un tsunami en el principal partido de izquierda y sus aliados, y aunque la cabeza visible de esa corrupción fue el entonces líder de la ALDF, René Bejarano, no fue el único.

Si bien es cierto que los jerarcas perredistas trataron de culpar de todo a su entonces presidenta nacional, Rosario Robles, por su relación sentimental con Ahumada, también lo es que nadie les hizo manita de puerco para aceptar los dólares del empresario.

Cuatro años antes el papel de Robles como jefa de Gobierno sustituta de Cuauhtémoc Cárdenas había sido vital para el triunfo de López Obrador en 2000, pues, en ese entonces un fenómeno llamado Vicente Fox causaba furor en el electorado del país.

En la capital, el candidato panista era Santiago Creel, y si no hubiera sido por una gran operación política acompañada de una exitosa campaña publicitaria de Rosario, el tabasqueño no hubiera ganado la capital.

Qué cosas, el éxito de Chayo fue su perdición, pues su popularidad creció tanto que se convirtió en un peligro para quienes aspiraban a ser candidatos del PRD en 2006, ya que ella creía firmemente que podía hace historia como la primera presidenta de México.

Es historia del enredo que se dio entonces, comenzando por la propia Robles, pero es curioso que casi todos los que se vieron involucrados en esa gran cadena de corrupción estén vivitos y coleando, políticamente hablando, y ejerciendo el poder.

Porque muchos de ellos están en el gobierno federal, local, las alcaldías y por supuesto en las cámaras, como si nada hubiera ocurrido hace 15 años. Por eso hoy

que Chayo está en la cárcel nadie puede descartar que se trate de un ajuste tardío de cuentas, aunque el tema incomoda a más de uno, incluso en la 4T, pues muchos lo ven como una reedición del caso Ahumada, que ya estaba enterrado.

 

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