En sus últimos minutos de vida, el mexicano Ramiro Hernández pidió perdón a la familia del profesor Glen Ernst Lich, "Gracias Dios, estoy yendo contigo", dijo. Luego, tranquilo, cerró los ojos y se sometió a la inyección letal a las 18:17. A pesar de sus esfuerzos, el Gobierno de México no logró detener la ejecución, profundizando las diferencias políticas con Estados Unidos.
Hernández tenía mucho que decir, se despidió de su familia, les dijo que no estuvieran tristes y que él estaba contento. "Lo siento,por lo que hice. Sepan que he sido feliz hasta el final. A la familia de mi patrón, los amo", aseguró. Minutos antes de morir, incluso le dedicó palabras a los jóvenes y les recomendó "aprender de sus errores".
Un poco antes de las 18:00 horas, un grupo de personas se congregaron en la Unidad de las Paredes de la Prisión de Huntsville, para seguir la ejecución del mexicano Ramiro Hernández. La mayoría estaba con la organización Texas Death Penalty Abolition Movement.
"Esta ejecución es ilegal e inmoral, no podemos decidir quién vive y quien no", gritaba la activista Gloria Rubac con un megáfono.
A diferencia de casos anteriores, cuando se ha mantenido el suspenso hasta dar paso a un fallo judicial de última hora, esta vez su destino estaba claro desde las primeras horas del día y Hernández fue declarado muerto a las 18:28.
"Estoy aquí porque es necesario que contemos lo que están haciendo con estas personas. Se me hace injusto, hay gente inocente que pasa por esto y no tiene que ser así. Nadie tiene por qué quitarle la vida a nadie, Dios es el que decide", aseguró Yanci Escobar. Su esposo, Juan Balderas está condenado a muerte pero aún no tiene fecha de ejecución.
El hermano de Hernández, Jorge, aseguró a EL PAÍS que Ramiro ha tenido la oportunidad de cerrar el ciclo que se abrió hace 17 años, cuando fue acusado por el asesinato de Glen Ernst Lich y la violación de su esposa Lera en 1997. "Él nos ha dado fortaleza, ha hablado con mi madre y le pidió perdón por el dolor que le ocasionó, es duro, duele, pero me da ánimo pensar en lo tranquilo que está", explicó.
Jorge contó que hace dos años su hermano se acercó a Dios y eso ha generado un cambio inmenso en él. "Yo veo fotos de él de antes con una sonrisa fingida, porque uno lo conoce se da cuenta que es una persona distinta. Él dice que vivir es Cristo y morir es ganancia", dijo.
El retraso mental ha sido uno de los principales argumentos en la defensa de Hernández, pero su familia deja eso en manos de especialistas y no en base a juicios propios. "Para mí, las personas con retraso mental son aquellas que andan vagando con su mente en otra parte. Pero después me di cuenta que se necesita el diagnóstico de un profesional", aseguró Jorge.
La abogada de Hernández Sheri Johnson insistió en que la evaluación psiquiátrica no fue profesional y estuvo basada en el racismo en contra de mexicanos. "No se reunieron con él, no hablaron con su familia, el doctor ni siquiera sabía hablar español", comentó.
Luego de que todos los recursos legales fracasaran se esperó hasta último momento la llamada del gobernador Rick Perry, el único con el poder suficiente para detener la ejecución, pero el teléfono nunca sonó.
Entre los testigos por el lado de Hernández ,presenciaron la ejecución su abogada Sheri Lynn Johnson, dos de sus hermanos, Jorge y Adelina y su cuñado Roberto Ramírez. Por parte de la víctima Glen Ernst Lich figuró su hijo, Stephen.
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