El niño fantasma del museo
Lino Calderón/ Agencias
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El Museo de la Ciudad de Veracruz, ubicado en la calle Zaragoza esquina con Esteban Morales, tiene 43 años funcionando como guardián de la historia de Veracruz, pero hace más de 100 años esas mismas paredes albergaron invasores, enfermos y también a los niños más necesitados y menesterosos del puerto. Pero guarda sorpresas que persiguen a sus visitantes….
Como todo edificio antiguo, el Museo de la Ciudad también tiene sus historias de fantasmas, una de ellas es la de un niño que se aparece en las salas, ya sea de día o de noche, y que ha sido visto por vigilantes y turistas. Pendientes de un ser que no logró pasar al otro umbral de la muerte y que anda penando en los pasillos del antiguo inmueble.
Este pequeño fantasma puede que tenga su historia a finales del siglo 19, pues cuentan exhospicianos que en una ocasión mandaron a un jovencito a buscar agua al aljibe, pero al sacar la cubeta el peso lo venció, por lo que cayó dentro y se ahogó.
"Turistas dicen que luego ven un niño peloncito que trae un overol que esta como triste, lo ven por ejemplo entrar a la sala de la cabeza olmeca, que por el momento está cerrada, y cuando se asoman no hay nadie."
Cañas Montalvo ha sido testigo de cómo este travieso espíritu apaga las luces, cambia las cosas de lugar y enciende los televisores; además, los vigilantes nocturnos cuentan que lo sienten pasar a su lado o lo escuchan reír.
Pero esta no es la única historia, don Adolfo confesó que cuando era hospiciano ya circulaban por los pasillos relatos de fantasmas, uno de ellos el de la mano peluda, que salía en uno de los baños por la noche, o el espíritu de una conserje que arrastraba cadenas.
"Decían que a un ratero le habían cortado la mano en el Hospital Serdán, la cual se fue por el drenaje y salía en las noches, por lo que nos daba miedo ir a los baños, pues decían que en la taza salía la mano peluda.
"En el tiempo que estuve se murió una veladora que le echaba llave a la reja, y cuando oía que hacían ruido en los dormitorios salía corriendo y pegaba de cadenazos en la puerta. Después que se murió oíamos que arrastraban las cadenas por todos los pasillos".
Cada día que pasa es un acontecimiento más de la historia y cada momento que marque el rumbo de nuestro pueblo jarocho quedará guardado y conservado entre las paredes de este albergue, de este museo que será el narrador fiel para que cada nueva generación conozca las raíces y la tradición que dieron origen Veracruz.
La historia del hospicio nace en el año de 1852, cuando don Manuel Gutiérrez Zamora y la Junta de Caridad tomaron el proyecto de convertir una antigua maestranza de artillería en un albergue para niños necesitados y huérfanos.
Tardaron nueve años en construirlo, pero en 1861, poco antes de ser inaugurado, la ciudad de Veracruz fue ocupada por tropas francesas, españolas e inglesas que venían a exigir el pago de la deuda externa, y este edificio fue tomado por los invasores, funcionando como hospital de la Marina Francesa hasta 1867.
Luego de la ocupación, el inmueble fue utilizado como hospital provisional para mujeres, y fue hasta 18 años después del inicio de su construcción, el 12 de diciembre de 1870, que se inauguró como el Hospicio Manuel Gutiérrez Zamora, donde permaneció por 97 años.
El actual director del Museo de la Ciudad, Ricardo Cañas Montalvo, comentó que el albergue tenía talleres de carpintería, panadería e imprenta, dos cocinas, una bodega para guardar leña y una escuela primaria, a la que asistían niños de toda la ciudad.
"Los niños vivían relativamente bien, eran muy estrictos aquí en el hospicio. No todos eran huérfanos, a veces no tenían mamá o no tenían papá, y en ocasiones no podían mantenerlos por lo que los iban dejar, solo los visitaban los domingos".
Adolfo López Montalvo, exhospiciano, quedó huérfano de padre y madre a la edad de ocho años y al no tener quien viera por él, entró al albergue en 1954 y vivió ahí por seis años, tiempo en el que se dedicó a estudiar y aprender los oficios que enseñaban.
"Tengo buenos recuerdos, ahí me forme, hice mi primaria. Estuve en la imprenta, donde se hacían los volantes para las carteleras de los cines, por eso nos llevaban a la matiné los domingos. Había taller de carpintería, de panadería y los viernes en la tarde nos daban música, estuve también en la clase de música, iban unos marinos y nos enseñaban".
Don Adolfo lo que más recuerda de su estancia es a Adelita, la directora del albergue. "Fue mi madre, fue madre de todos, era una persona muy caritativa. Me acuerdo bien dónde tenía su cuarto, cada vez que voy al hospicio y me siento, me acuerdo de cada paso que di ahí".
Adelaida Guzmán Marín, mejor conocida como Adelita por todos los hospicianos, nunca se casó y dedicó su vida entera al cuidado de los niños del albergue desde 1914 hasta su muerte, en 1966. Un año después de su partida, el hospicio se trasladó a la Casa Hogar Manuel Gutiérrez Zamora en Boca del Río, donde actualmente se localiza.
Un edificio que conserva y difunde la historia de Veracruz
El Museo de la Ciudad de Veracruz ocupa el edificio que fue el antiguo Hospicio Manuel Gutiérrez Zamora y fue inaugurado el 25 de noviembre de 1970, con una temática regional que abarcaba casi todo el estado. Desde esa fecha ha tenido dos remodelaciones, una en 1988 y otra en el año 2000, en esta última se renovó totalmente y quedo únicamente como museo local.
Este inmueble de arquitectura neoclásica tiene paredes de piedra muca y conserva en su interior una de las fuentes más antiguas de la ciudad, hecha de mármol de carrara, que era usada como bebedero; también cuenta con el único aljibe que existe del siglo XIX en Veracruz, señaló Ricardo Cañas, quien considera este museo como una joya de la historia y la arquitectura.
"Para mí este museo representa muchas cosas, no solo porque laboro en él, sino porque para mí Veracruz es el crisol más importante de México y que este edificio de estilo neoclásico y tan hermoso cuente la historia gloriosa y trascendental de Veracruz, para mí es una verdadera joya."
En el interior del museo hay dos salas de museografía fija y dos salas para exposiciones temporales, las cuales están sonorizadas con música de danzón y son cubano, además, cuenta con un auditorio con capacidad para 90 personas, totalmente climatizado.
En la Sala A se encuentran varias piezas arqueológicas originales, como un fósil de tortuga de 100 millones de años de antigüedad, maquetas de la ciudad de tablas, la ciudad amurallada, el muelle y el ferrocarril.
En la Sala B se narran los primeros años del siglo 20, se puede encontrar también una exhibición de varios instrumentos musicales veracruzanos, una maqueta del barrio de la huaca y un área para dar reconocimiento a los migrantes. Para Cañas Montalvo el museo es un edificio que continúa escribiendo y guardando la historia de Veracruz.
"El Museo de la Ciudad sigue haciendo su trabajo, estas paredes protegieron a los niños desprotegidos en su momento y ahora protege la historia de Veracruz, es un edificio que da vida, conserva y difunde la historia de la entidad."
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