Eduardo Castro Baz Enviado Especial NUEVA ORLEANS, EU.- Enfrente del barrio francés en el centro de la ciudad, el Superdomo ha sido en seis ocasiones sede del duelo de campeonato de la NFL y ha albergado también conciertos de rock, finales del basquetbol colegial y fue sede de una misa del Papa Juan Pablo II. Es el mismo Superdomo que se convirtió en un símbolo de sufrimiento, después que miles de personas quedaron varadas en el estadio sin comida ni agua tras el paso de Katrina y mientras la zona aledaña se sumía en el caos. El huracán dejó unas 1.800 muertes y destapó un nivel de pobreza que sorprendió a muchos en Estados Unidos y el resto del mundo. Pero con una inversión de 336 millones de dólares el estadio está totalmente transformado con uno de los mejores en los Estados Unidos y ha vuelto a ser el ícono obligado de la ciudad. Como parte del remozamiento que comenzó después del Katrina el domo fue levantado de nuevo, se construyeron más palcos de lujo, una nueva zona de prensa y nuevos vestidores. Actualmente, las multitudes en el Jazz Fest y Mardi Gras, lo dos eventos más famosos de la ciudad, alcanzan los mismos niveles que antes de la tormenta. Mientras, la industria del cine ha aprovechado los créditos contributivos, y ahora hay más restaurantes que antes de Katrina. Lo único que faltaba a la ciudad era tener de nuevo un Súper Bowl y ahora son anfitriones de uno que dará de que hablar como es el Harbaugh Bowl donde por vez primera dos entrenadores hermanos estarán frente a frente. "Esta es una secuela extraordinaria para una ciudad que hace siete años estaba 4.5 metros bajo agua y última en cualquier lista en Estados Unidos. Ahora con el Súper Bowl en casa somos una ciudad que da de que hablar en el plano mundial", asegura el alcalde Mitch Landrieu. |
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