LONDRES.- Marie Colvin, la periodista norteamericana de The Sunday Times que murió ayer en un bombardeo en Siria era una veterana de las coberturas de guerra y una representante de la vieja escuela de periodismo: siempre desde la primera lĆnea como enviada especial, una especie en extinción.Colvin, que tenĆa 55 aƱos, era desde 1986 una de las grandes firmas del dominical britĆ”nico, propiedad de Rupert Murdoch.
Llevaba un caracterĆstico parche negro desde que perdió el ojo izquierdo al ser alcanzada por una granada mientras informaba desde el frente de guerra en Sri Lanka, en 2001. De allĆ fue evacuada en el avión privado del magnate de los medios despuĆ©s del accidente.La cĆ©lebre periodista inició su carrera en la agencia de prensa United Press International, donde llegó a ser jefa de la oficina en ParĆs en 1984. Poco despuĆ©s, en 1986, se sumó a The Sunday Times como corresponsal en Medio Oriente.En sus 30 aƱos de carrera como enviada especial, por la que recibió varios premios en Gran BretaƱa, Colvin narró conflictos como los de Sierra Leona, Timor Oriental, Kosovo, Zimbabwe y Chechenia, pero se especializaba en Medio Oriente y el mundo Ć”rabe.
En tiempos de crisis y confusión mediĆ”tica, el periodismo de la neoyorquina Marie Colvin era el de toda la vida: información de primera mano, cobertura sobre el terreno y noticias centradas en el costo humano de los conflictos. En los Ćŗltimos tiempos, la periodista se habĆa dedicado a cubrir la "primavera Ć”rabe", por lo que viajó a TĆŗnez, Egipto, Libia y Siria, donde ayer encontró la muerte en un bombardeo sobre Homs. Fue una de las pocas periodistas que lograron entrevistar a Muammar Khadafy en sus Ćŗltimos dĆas en el poder.
Su último reportaje lo difundió anteayer la cadena britÔnica BBC, un relato por teléfono acompañado por una foto de la reportera en el que denunció que lo que estÔ sucediendo en Homs es "repulsivo".
Colvin era la Ćŗnica periodista de un diario britĆ”nico presente en Homs y, segĆŗn su madre, tenĆa planeado dejar Siria ayer mismo, despuĆ©s de haber recibido una orden del diario por el peligro en el que estaba.
En un discurso pronunciado en noviembre de 2010 en homenaje a periodistas fallecidos cubriendo guerras, Colvin admitĆa los serios riesgos de la profesión que habĆa elegido, cuya misión, dijo, es "informar de los horrores de la guerra con rigor y sin prejuicios".
"Nunca ha sido mĆ”s peligroso ser corresponsal de guerra, porque el periodismo en las zonas de combate se ha convertido en objetivo principal", dijo Colvin, al tiempo que pidió a los medios que sigan enviando a periodistas a cubrir los conflictos bĆ©licos.Ampliamente galardonada, Colvin se casó tres veces, la segunda de ellas con el periodista boliviano de El PaĆs Juan Carlos Gumucio, que murió hace casi una dĆ©cada, y no tenĆa hijos.
Ramón Lobo, columnista de ese diario espaƱol, la despidió asĆ: "Sólo los mĆ”s grandes mueren en la plaza, como los toreros. Que descanse en paz".
SUS ĆLTIMOS RELATOS"Hoy vi morir a un bebe.
Fue desgarrador. Fue un impacto porque la abuela estaba ayudando -completamente por coincidencia- en la sala de emergencia, y empezó a gritar: Ā«Ese es mi nieto, Āædónde lo encontraron?Ā». El doctor le dijo que Ć©l no podĆa hacer nada. Simplemente vimos a este pequeƱo niƱo, a su pequeƱa pancita temblando mientras trataba de respirar""Es una completa mentira aquello de que sólo atacan a los terroristas (...) Esto es peor que cualquier guerra. AcĆ” no hay adónde correr: el ejĆ©rcito de Siria tiene cercado el perĆmetro. El terror y la impotencia de estas familias que se esconden en los primeros pisos de los edificios. Todo lo que pueden hacer es desear que no los ataquen. Eso es muy, muy difĆcil de observar"Agencias DPA, EFE y ANSA .
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