José Eduardo Ancira E.
Podemos coincidir que hay de experiencias a experiencias y dentro de las extrañas cosas que viví recientemente, y ya recientemente y ya entrando al tema, me encuentro un sábado, ese que significa descanso, disfrutando precisamente de la etimología de la palabra, cuando por uno de los extraños y mexicanísimos antojos que tengo, me dio por ir a una frutería ubicada en Polanco, buscando degustar de una jícama con chile, limón y sal.
Me estacioné y bajé del auto en busca de manjar que va de imaginario me provoca una salivación suficiente como para imitar al Abulón Hernández en el campo de béisbol. En menos de los que canta un gallo me encuentro con que una grúa había puesto mi carro en una posición de arrastre. Es verdad que estaba casi a doble fila. Enseguida reaccioné. Aquí estoy!, Lo voy a mover! Y le juro que por la virgen del perpetuo que no lo vuelo hacer…pero el chofer un tipo fuerte y malencarado me desafía con la mirada y me enseña un reglamento que dice le autoriza a llevarse mi automóvil, que no me atreva a intentar sobornarlo, que el es honrado, que hay cámaras vigilándolos y que debo de pasar a san Joaquín (como si supiera a lo que refería). Pero Señor, aún no lo ha subido a la grúa …, malo, en ese instante lo subió con un aparatejo que tenía en su impoluta mano anti soborno y me llevo trepado en mi carro al corralón de la calle referida
Al llegar el sitio estaba lleno, gentes de todas nacionalidades (Querétaro, San Luis Potosí, Edomex…) la cola parecía estreno del Blanquita. Después de media hora llegó a una ventanilla-tipio tanque de guerra-con una soldadera a la cual no pude verle los ojos, pero su voz no la olvidaré jamás, y así sin voltear a verme me soltó una retahíla de requisitos para poder liberar mi auto: Licencia, tarjetón, tenencia actualizada, verificación vehicular, pago de la multa y QUE!, Factura Original!!!.
Perro quién carga la factura original. Argumenté. En esta época de inseguridad, además la múia está a nombre de una empresa… pues añádale la escritura constitutiva y el poder del representante.
Señorita, si no junto los papeles puedo venir el lunes? Pues si, pero cada día de estancia hay un cargo. Ahí empecé a ver autos que estarían desde Zedillo, turistas desesperados pues sus documentos estaban en sus lugares de origen, en fin, carne de cañón para los trescientos policías que rondaban en apenas uno metros cuadrados.
Me arme de valor, conseguí todo lo que me pidieron y después de cuatro horas mi vehículo salió cual michoacanazo y volvió a circular. Ha sido la jícama más cara que me he comido.
Una situación es haberte estacionado mal y la otra solicitar absurdos, buscar purificar los automóviles aprovechando un mal momento y querer cobrar todo lo que no han podido a través de medios normales.
Prometo no volverme a estacionar mal, ojalá las autoridades entiendan que la amabilidad debería ser una obligación.
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